Por: Oscar Javier Arciniegas Garzón
Subdirector Nacional del Campo de Psicología Educativa
Colegio Colombiano de Psicólogos.
En la actualidad existen muchas palabras con el apellido o mejor con el nombre educación. Por ejemplo, educación emocional, educación ambiental, educación vial, educación física en unos años será educación galáctica y retomaremos a una educación humana por las necesidades propias de la especie.
En esta ocasión quiero hablar de una en especial y necesaria por las características del modelo económico donde nos encontramos, además por las particularidades socio históricas de nuestro país y los desafíos que tenemos hacia el futuro en materia microeconómica, pensional e informalidad laboral donde varias generaciones estarán abocadas lamentablemente. Es la educación financiera, la cual es definida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos como conjunto de habilidades y conocimientos que permiten a un individuo tomar decisiones informadas de todos sus recursos financieros.
En el contexto escolar, nuestros estudiantes han sido evaluados en educación financiera varias ocasiones a través de la prueba PISA y los resultados no son tan favorables en comparación a otras regiones vecinas. Por esta razón hace un par de años el Ministerio de Educación Nacional emprendió una prueba piloto en distintas regiones del país con un programa de educación financiera, con discretos resultados. Pero aún no vemos una adecuada implementación en las Instituciones Educativas.
Por otro lado, en una investigación realizada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) arrojó que Colombia es uno de los países donde sus ciudadanos son los más endeudados de Latinoamérica, dado el inadecuado manejo de las finanzas personales que exceden la capacidad de pago aunado a la pobre cultura del ahorro. Esta situación genera un impacto directo sobre la calidad de vida de las personas y el detrimento de las relaciones intrafamiliares, sociales y la afectación tangencial a la macroeconomía.
Dado lo anterior, hace unos meses me surgió la pregunta ¿Cuál es la forma más adecuada de enseñarles a los niños la educación financiera? Y la respuesta, como en casi todas las respuestas, estuvo perfilada en el ejemplo que le demos como padres, es decir la forma explícita cómo manejamos nuestras finanzas para generar un ambiente de aprendizaje por modelamiento y nunca es tarde para empezar, lo importante es que se emprendan unas acciones concretas, sistemáticas y prácticas al respecto.
De igual forma, encontré que las actividades vivenciales son las más adecuadas para el fomento de una educación financiera con acciones primarias, reales y palpables, ejemplo: enseñarles ahorrar mediante un mecanismo básico como la alcancía donde puedan depositar su dinero producto de una transacción donde experimenten la sensación de controlar sus impulsos inmediatistas de gastar todo lo que tienen en ese momento y combinarlo con la habilidad de esperar – posponer y experimentar la satisfacción de tener más dinero para utilizarlo en un objetivo específico.
Otra forma de trabajar educación financiera está relacionada con identificar una actividad en los niños que le generen alegría, entusiasmo, reto al hacerlo y que se pueda materializar en un producto para comercializarlo entre lo familiares, amigos, compañeros de estudio con al acompañamiento indirecto de un adulto para monitorear las diferentes circunstancias que se presentan durante el proceso, como cotizar materiales o implementos, construir un presupuesto, estrategias de conseguir el capital semilla, forma de comercializarlo sin interrumpir las actividades de estudio, evaluación de la viabilidad del producto, entre otras, lo importante es que el niño sienta que es un juego con responsabilidad y cada decisión tiene una consecuencia.
Esta actividad complementariamente permite un manejo de la frustración, estimular las habilidades sociales, de planeación, anticipación, repasar operaciones básicas matemáticas y sobre todo el estrechamiento del vínculo afectivo entre padres e hijos.
Pueden existir muchas más, por ahora mencioné algunas que pueden servir para enseñarles a nuestros hijos a moverse en un mundo donde la competencia es cada vez mayor y los recursos más escasos, acompañados de realidades económicas que afectan a la región aún más con las consecuencias de una pandemia y sobre todo por el aumento de la inequidad en la distribución de la riqueza en nuestro país que es una realidad con la cual tenemos que enfrentarnos y sobre todo superarla.