Los genes filosóficos de la psicología.

Los genes filosóficos de la psicología.


Por: Mauricio Pareja Bayter

Subdirector del Campo de Epistemología e Historia de la Psicología

Cuando concluí buena parte de mis estudios filosóficos, en 1988, intenté desarrollar un ensayo en el que se reflejara con la mayor honestidad una definición de lo que se supone había tratado de hacer en todo ése tiempo; semejante tarea resultó mucho más difícil de lo que pensaba. Al tratar de encontrar tal definición, me aventuré en un verdadero laberinto cognoscitivo y afectivo y, al final, bueno..., al final aunque llegué a toparme con lo que creo es la salida del laberinto, ha quedado en mi mente, y permanece aún, y creo que estará siempre, el amargo sabor de una “victoria pírrica”.

Inicio entonces para ustedes, el relato de este caminar por el laberinto, dando una primera definición de ¿Qué es filosofía? "Filosofía es el intento que hace el hombre por consignar su afán por describir e interpretar la realidad en la totalidad de ella". La  realidad,  como  totalidad,  es  todo  cuanto  hay e interpretarla es ir a las causas últimas, es descodificar; y describir, es mostrar las causas primeras, es fotografiar la realidad tal y como se nos presenta; interpretar es llevar a flote la realidad sumergida. "La Filosofía es la teoría producida por el hombre al tratar de describir e interpretar la realidad en la totalidad de ella".

Siguiendo en este ritmo de anotar las impresiones (e imprecisiones) tal y como se me iban presentado, me topo con la realidad de que la filosofía está avasallada a quien filosofa por ser una "teoría", por ser algo abstracto, por ser-en-abstracto y de igual modo el hombre que filosofa siempre está sujeto a un momento histórico existencial y en cierta forma está avasallado a él; de allí que el tratar de describir todo cuanto hay, e interpretarlo, resultará para el hombre, su desafío ontológico primordial, por que en él está en juego todo su paso por ese pedacito de historia universal llamado "vida". Es en ese juego, la Filosofía, como vasalla del hombre, quien esgrime las armas para lanzarse a la conquista de todo cuanto hay de cognoscible, del universo entero, porque conocer algo es conquistarlo; de allí, que la conquista del universo entero es la ambición de la filosofía, sujeta siempre a las órdenes del hombre, una palabra de éste y ella dejará de existir y así, el hombre habrá negado su existencia humana, degradándose al atrofiar el ejercicio colonizador de la mente; y es que en el fondo es cuestión de vida o muerte, porque los tres pilares de la filosofía (hombre, mundo, dios) son los que han de dar sentido a la existencia. De ahí la importancia de describir e interpretar la realidad a partir de la vida misma (reflexionando sobre la vida misma), porque mi vida está de una u otra forma implícita o explícitamente unida a la totalidad de la vida existente en el universo, y es por eso que al lanzarme a la conquista del universo no hago otra cosa que pasearme por cada una de las áreas que conforman la plenitud de mi vida y, tomar posesión de cada una de ellas es, a fin de cuentas, posesionarme de mi "YO", para poder relacionarme armónicamente con cada uno de los órganos que conforman la gran interrelación del universo (cosmos-orden), y en cierta forma "el universo soy YO". Filosofía será entonces: descripción e interpretación de mi YO como totalidad. No soy yo en todas las cosas, sino, mi relación con todas  las cosas soy YO. Soy en cuanto relación con todo cuanto hay, en cuanto tomo posesión de mi SER, y ¿Qué SOY?; pues SOY "relación y conciencia". Pero soy en la medida en que hago filosofía, pues soy en la medida en que mi ser se desarrolla hacia la plenitud de relación y conciencia; nunca seré lo que SOY si soy a medias, si me quedo con porciones del universo, y por ser Yo el universo equivaldría a decir que me estaría quedando con porciones de mi SER, y he aquí el problema en que nos hemos enfrascado den los últimos tiempos en Colombia (y en América Latina), nuestro Ser lo hemos limitado a un continente, a una o varias ciencias que no abarcan al hombre en su realidad universal y nos hemos empantanado sin caminar realmente a nuestro Ser. El decir "colombiano" (o Latinoamericano), lo estamos utilizando con un apetito reduccionista, haciéndonos especímenes de laboratorio, muestra para análisis, conejillos de india, estamos así, errando en el método, si nos limitamos y no trascendemos hacia la totalidad del universo, hacia la totalidad de mi Yo. La Filosofía no debe instalarse ya que nuestro Ser es relación y conciencia de todo cuanto hay, nuestro ser es conquista del universo, tomar posesión de lo que soy, nuestro ser ontológicamente es relación y conciencia que se alcanzan por la conquista del universo, de todo cuanto hay, es conocer el universo (conocer = habitar). La Filosofía me lleva por tanto a asumir mi papel en el momento histórico existencial que me ha correspondido vivir (circunscribiéndolo en la esfera de lo universal) y a tratar de describirlo e interpretarlo, pero ¿para qué?. Sencillamente para actuar, para vivir, porque vivir es actuar y, entiendo por actuar la tensión dinámica que lleva al hombre, tal como es de hecho, hacia lo que quiere ser (utopía). Pero la acción se apoya en la realidad para transformarla y, para lograrlo requiere antes conocimiento y reflexión, y esto no es más que relación y conciencia. Entonces el ¿para qué? encuentra ya su respuesta : es para asumir lo que soy, para Ser. La Filosofía me lleva entonces a asumir mi ser. Pero, ¿Qué soy? y más aún, ¿por qué tengo que seguir siendo?; aparece de esta forma la pregunta por la limitación del universo y, por ende, mi propia limitación. Esta pregunta, no queda saciada y, de ella se desprenden muchas otras, una de ellas, en realidad autónoma en sí misma (es decir, no depende propiamente del interrogante que nos hemos planteado), es la pregunta referente a dios, pregunta que sí se ha de trabajar en relación directa con la pregunta por el mundo y con la pregunta por el personaje central de la filosofía (su señor y creador) el hombre. Esa relación y conciencia entre hombre, mundo y dios es en donde he de centrar mis fuerzas para hacer Filosofía.

Al final del laberinto y en medio de falsas salidas, tesis inconclusas, argumentos con sabor a sofisma de distracción y en medio de la más profunda oscuridad de la duda, bajo el piso pantanoso de la desesperanza que me amenaza con devorar cuando ya creo tener la solución a la pregunta primera (¿Qué es filosofía?) se me presentan dos puertas : La primera me muestra que la Filosofía es la teoría producida por el hombre (hombre = relación y consciencia) al tratar de describir (mostrar las causas primeras) e interpretar  (mostrar las causas últimas) la realidad (hombre, mundo, dios) para actuar ( actuar = tensión dinámica que lleva al hombre, tal como es de hecho, hacia lo que quiere ser) ya sea en sentido negativo (negación de su ser) o en sentido positivo (afirmación de su ser). La segunda puerta me enseña que no se qué es la Filosofía, pero quiero seguir investigando hasta saber qué es eso (si es que acaso es posible saberlo), por lo menos sé que ya tengo elementos para continuar en esa firme búsqueda y también sé que la filosofía toca las fibras más profundas de mi ser y eso es ya un buen motivo para continuar.

Es por eso, que aún permanece en mi mente ese amargo sabor de una victoria oculta bajo el manto de la derrota, de una victoria pírrica. No puedo negar por último, que aunque me cautiva y satisface la primera solución, me inclino a entrar por la segunda. Es aquí, que al final del laberinto no he hecho más que comenzar.