HISTORIAS SECRETAS: MUJERES BLANCAS EN
CARTAGENA COLONIAL.2.
En la segunda entrega de las brevísimas historias de las mujeres blancas en Cartagena de Indias colonial, se utiliza la estrategia literaria del resumen, construyendo un perfil aproximado de lo que en vida fueron las españolas llegadas a la ciudad y sus descendientes nacidas en nuestra tierra, sin olvidar que también llegaron damas judías y musulmanas .
1.PERFIL DE MUJERES BLANCAS EN LA COLONIA CARTAGENERA.
Un perfil de las mujeres blancas en Cartagena colonial permite apreciar las características, más destacadas de este grupo proveniente del Viejo Mundo, con más exactitud de la península Ibérica.
Las vivencias estudiadas demuestran que las blancas de España y sus descendientes fueron:
Valientes y aventureras.
Encomenderas.
libertarias y contrarrevolucionarias.
Prostitutas.
Trabajadoras de oficios comunes de las clases dominadas.
- 1. VALIENTES Y AVENTURERAS.
Sin dejar en el olvido que la conquista y colonización de América es el genocidio más grande que se conoce en la historia de la humanidad occidental; sin omitir reconocer que los hombres y mujeres que emprendieron los hechos de la referencia, fueron valientes aventureros y aventureras, inspirados ambos sexos en la nueva filosofía y mentalidad del Renacimiento, que hizo de los europeos ,un hombre y una mujer nuevos.
Las nuevas concepciones sobre el mundo y los avances científicos de la edad renacentista impulsaron a las personas a desafiar los peligros que representaba, un viaje a través de un océano Atlántico y un mar Caribe siempre tormentosos y desconocidos, un largo viaje de duración promedio de tres y cuatro meses, por trayecto, de acuerdo con el grado de conocimiento de la ruta, la velocidad de los vientos, las corrientes marinas, las calmas ecuatoriales y el tipo de embarcación utilizada.
En el conjunto de estas sobresalieron las llamadas, carabelas, naos, galeones y galeras, siendo estas las únicas que funcionaban con remos, maniobrados por hombres forzados a trabajar en su condición de delincuentes condenados por las autoridades civiles y por la Inquisición; por su parte, las naos y los galeones fueron el tipo de embarcación más eficiente para el transporte de personas y mercancías , de manera especial de metales preciosos; las carabelas fueron las naves más fácil de maniobrar y las más aptas para el acercamiento a las costas del Nuevo Mundo.
Retomando la temática de las mujeres, es preciso recordar, que las primeras llegadas a la América lo hicieron con Cristóbal Colón a partir de su segundo viaje, y varios años después, en 1533, las primeras mujeres españolas llegaron acompañando al conquistador Pedro de Heredia Fernández.
Todas llegaron buscando mejores formas de vida fuesen de la élite blanca o de las plebeyas: pobres, marginadas, viudas venidas a menos y madres solteras; muchas de ellas terminaron siendo doñas, al asegurar una exitosa unión marital, aunque en España fuesen practicantes de oficios que el poder económico y político había determinado a las clases dominadas.
1 . 2.ENCOMENDERAS.
Aunque [i]en desigual minoría frente a los varones, las mujeres españolas lograron convertirse, también en encomenderas, es escribir, poseedoras de un repartimiento de amerindios originarios en enormes extensiones de terreno, indios cuya población descendió dramáticamente desde unos cuantos años de mediar el siglo XV; de las pocas que alcanzaron este privilegio, algunas lo hicieron por herencia de su cónyuge u otro motivo.
María del Carmen Borrego Pla en el texto: “Cartagena de Indias: La andadura de una vida bajo la colonia”, luego de identificar la existencia de 62 encomenderos y encomenderas durante los períodos 1579-1611, 1644-1666 permite concluir que del total de encomiendas existentes nueve pertenecían a mujeres, es escribir, el 14.5 % de las mujeres de la Provincia de Cartagena formada, en la época referenciada por los partidos de Cartagena, Tolú y Mompox.
Cabe destacar la presencia en ese entonces de la vizcondesa de Allí dueña de las encomiendas de Paluato, Cipacúa, Turbaco y Bahaire; Tomasa de Campo, dueña de las encomiendas de Tolú Viejo, Ornacho, Carbonero y Cotoca y María Ortiz de la Maza, dueña de las encomiendas de Momil, Perina, Tomina, entre otras encomenderas. (P.P.232 a 242).
- 3. LIBERTARIAS Y CONTRARREVOLUCIONARIAS.
Con el paso de los años se ha develado el papel libertario de las mujeres durante la independencia, de manera especial de aquellas del interior y del nororiente de la actual República de Colombia; sin embargo, no ha sucedido igual con las mujeres de Cartagena, quienes tuvieron una activa participación durante el sitio de Cartagena en el lapso de la reconquista española:1815-1821.
Sin embargo, los textos documentales de Urueta y Piñeres(Cartagena y sus cercanías)en una columna ubicada en el Camellón de los mártires, diversos libros de historia y en las páginas de este blog, quedaron para siempre grabados los nombres de aquellas mujeres, en su mayoría blancas de la élite y otras de las clases medias y pobres, que ofrendaron su vida por la independencia cartagenera como aquellas (algunas), que hoy volvemos a rememorar: Nicolasa Piñeres, Ignacia Piñeres, Ana Pombo Amador, Eugenia Arrázola y otras.(Leer mi blog: Plazas de Getsemaní 4.eluniversal.com.
La historiadora suiza Aline Helg en el texto de su autoría: “Libertad e igualdad en el Caribe colombiano 1770 1835” refiriéndose a las luchadoras por la causa patriota, escribe:
“Las mujeres tomaron parte en las guerras de independencia de distintas maneras. Aunque permanecieron como figuras anónimas, algunas ayudaron a proteger villas y pequeños pueblos de los destructores efectos de repetidas ocupaciones militares, en tanto otras acompañaron a las tropas”. (P.451).
Desde la perspectiva de la historia de las mujeres españolas, es lógico colegir, que muchas de ellas optaron por la contrarrevolución dirigida hacia el ejército popular libertador de la Nueva Granada tal como lo explica Aline en el texto referenciado:
“Menos anónimas, algunas mujeres de la élite vinculadas a poderosos intereses llegaron a ser líderes, abastecedoras, recaudadoras de fondos para los realistas” … como de igual forma lo hicieron las patriotas blancas… Sin embargo, las mujeres, en general, no ganaron mucho en el establecimiento de la República. (P.451).
Es una verdad de a puño, que: las mujeres de la élite eran naturales de España y criollas blancas y que, al interior del grupo de las mujeres revolucionarias, hubiese además de blancas, personas de otros cruces raciales o de las castas, como llamaron los españoles a los seres distintos a los blancos.
1.4. DOÑAS Y SEÑORAS DEL HOGAR.
La visión filosófica de la corona española y de la iglesia católica sobre las mujeres del reino de España y sus territorios de ultramar, concebía a estas como damas castas y fieles, durante sus diferentes edades y estados civiles, y una vez casadas, dedicadas a los haceres de su hogar y a la crianza de los hijos bajo los dogmas de la religión y las leyes de la monarquía; ellas, al igual que los varones, además debían conservar la “pureza de la raza blanca”; no obstante, estos lineamientos quedaron en letra muerta y una vez más se cumplió la máxima de la colonia: “La ley se acata, pero no se cumple”.
A esa visión le apostaron las mujeres blancas llegadas a Cartagena y nacidas en la ciudad, durante la colonia; muchas de ellas, las pertenecientes a las élites lo lograron; en las filas de las mujeres de las clases populares, muy pocas lo alcanzaron.
El título de doña o don en la colonia, fue un título reservado sólo para aquellas y aquellos que ejercían cargos políticos tales como virreyes, gobernadores, cabildantes, militares, etc., aunque las mujeres casi nunca ocuparon estos cargos, por lo menos en Cartagena; de igual forma se aplicaba a las personas con poder económico como los grandes comerciantes, hacendados, encomenderos o encomenderas y a los altos dignatarios religiosos, entre otros.
En síntesis, los títulos de doña o don estaban reservados para la “gente notable y respetable”, e incluso para algunos caciques amigos de las autoridades españolas. “Por ejemplo en el inventario de la encomienda de Timiriguaco (Hoy Villanueva) ubicada en la provincia de Cartagena que se realizó en 1602, al cacique local se refiere como don Juan de Quintanilla y a su esposa como doña Ana”.(tres siglos de historia demográfica de Cartagena de Indias.banrep.gov.co).
Refiriéndose a estas connotaciones, Adolfo Meisel, el reconocido historiador, representante de la Nueva Historia Social y Económica de Colombia, analizando el censo de Cartagena en 1777, en el libro arriba referenciado escribe al respecto:
“En Cartagena en 1777 el título de don no era ya el distintivo de las personas consideradas blancas de Castilla”, sino que reflejaba una condición social respetable. En el censo…de 1777, un total de 1.080 personas recibieron el tratamiento de don o doña, es decir el 10.3% de los habitantes…10.470 personas… había, también, claras diferencias entre los barrios en cuanto al uso del tratamiento del don y doña.
Por ejemplo, en Getsemaní, sólo el 1,5% de la población tenía el título de don. Esto corrobora lo que siempre se ha dicho a cerca de Getsemaní: que era el barrio de los sectores populares. En contraste, en el barrio san Sebastián, el 27,2% de las personas eran consideradas como don o doña. En el barrio santo Toribio vivían 238 libres, el 7,4% de la población del barrio que fueron distinguidos con el título de don o doña”. (P.49).
Para a continuidad de esta historia es recomendable leer de nuevo, el último párrafo de la entrega anterior, y como hacían las doncellas de las clases trabajadoras para ganar el título de doña: los ardides fueron varios.
1 .5. PROSTITUTAS.
Durante la época colonial está comprobado que en Cartagena de Indias no existieron, casas dedicadas a la prostitución, como si se dieron en algunas ciudades y poblados españoles, donde esta era permitida con laxitud por parte de las autoridades civiles y algunos dignatarios de la religión católica.
No obstante, la moral cristiana a través de sus cánones inflexibles, perfiló a la mujer blanca de la élite como casta y fiel, nacida para para procrear y ser señora de un hogar donde el hombre era el supremo dueño de su esposa; por estas razones el ejercicio de la prostitución tuvo un amplio significado que abarcaba las conductas ilícitas del adulterio, el concubinato, la bigamia, el amancebamiento, y la prestación de placeres sexuales por dinero.
Al hombre, por su parte, le fue prohibida la práctica de la sodomía, la masturbación y la zoofilia, conductas muy comunes, tanto en las ciudades como en las comunidades rurales de ese entonces.
Sin embargo, no puede olvidarse que también a través de algunos de los llamados los “padres de la Iglesia”, el cuerpo y el ser de la mujer, primero en Europa y después en Nuestra América fue demonizado y considerado como fuente del pecado, cuerpo que con sus encantos naturales inducía a la tentación y las actividades consideradas pecaminosas en la época que nos ocupa.
Es desde esta concepción del cuerpo femenino cuando desde el siglo XVII, el libro Malleus Maleficarum, publicado por dos monjes dominicos, contra el que no se pronunció el Papa Inocencio III, desató en Europa la más grande y absurda persecución de brujas como expresión de esta concepción, y la más abominable misoginia, de la cual tenga noticia la humanidad en el Viejo y Nuevo Mundo, una vez se entronizó la dominación colonialista en nuestras tierras.
Retornando al eje problémico de la “prostitución extensa” durante la época colonial, la eximia historiadora María Cristina Navarrete trae a colación un caso de infidelidad en la Cartagena del siglo XVII.Leamos a la historiadora:
“En Cartagena, el 7 de octubre de 1643, el esposo de doña Rufina, don Lorenzo Martínez de Castro se presentó ante Don Martín del Real, como Juez principal, inquisidor apostólico, visitador de la Inquisición de Cartagena de Indias y Lima… para entablar querella contra el Inquisidor Juan Ortiz.
Narraba…Don Lorenzo que, estando preso, su mujer, doña Rufina de Rojas, fue a casa del inquisidor a eso de las siete de la tarde y el sin tomar conciencia de su misión de sacerdote e inquisidor, “la gozó toda la noche”. De su casa salió a las cinco de la mañana. Por tales acciones lo acusaba de adulterio…Según su parecer el licenciado Juan Ortiz aprovechaba el tribunal de la fe para ofender a Dios y a su persona y como tal merecía castigo.
Este relato permite exponer la conducta disipada de algunos de los inquisidores de Cartagena en el siglo XVII. Ellos aprovechando su autoridad violaban los modelos de castidad que pregonaban y castigaban.
A pesar de ello, la culpa del acto protagonizado por el licenciado Ortiz y doña Rufina, recayó en ella, expresión típica de una sociedad que exculpaba al hombre por un pecado compartido.
En esa época era común la creencia que acostarse con una mujer casada no era pecado para el hombre.”
Si bien es cierto que la historiadora Navarrete aboga por que la falta cometida sea compartida entre hombre y mujer, no por ello deja de reconocer la violación de las normas por muchas mujeres casadas que se prostituían, de acuerdo con las concepciones de la época. Por ello Navarrete afirma:
“La pureza exigida a las mujeres no se manifestó en aquellas que como doña Rufina no se destacaban por su recato, castidad y fidelidad matrimonial. A pesar de las normas impuestas en aquella época muchas como doña Rufina tenían contactos con el mundo exterior y salían a deshoras, a pesar de su condición social, incurriendo, además en delitos como el proporcionarle al marido… el brebaje de…una planta que en mayores cantidades podía haberle causado la muerte”.
Doña Rufina, de acuerdo con el testimonio de la historiadora proporcionaba a su marido, una bebida llamado Chamico o chamizo, que lo ponía dormir de manera profunda durante varias horas mientras ella se daba la escapada con el inquisidor. El chamizo llamado también berenjena de monte es un árbol silvestre de la familia de las solanáceas, variedad de estramonio (planta venenosa) narcótico y venenoso (De amores ilícitos en Cartagena de Indias siglo XVIII. En hipotheses.org. Consultado junio 03. 2023.CONTINUARÁ…
PD. Imágen tomada de Wikipedia
Con los afectos de siempre:
UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.