EL VIEJO PUENTE DE LA MEDIA LUNA (3): GANANCIAS PARA LA ÉLITE CARTAGENERA.
EL VIEJO PUENTE DE LA MEDIA LUNA (3): GANANCIAS PARA LA ÉLITE CARTAGENERA.
El año 1884 se produjo la demolición del revellín denominado por algunos ingenieros y arquitectos, como reducto de la Media Luna, y en 1893 se inició la demolición del baluarte de nombre igual.
Diversas razones entre estas, la de facilitar la apertura de la ciudad amurallada y abaluartada a la par de forjar una mejor movilidad para los habitantes, visitantes, los comerciantes y proveedores de productos agropecuarios y de otra clase a la ciudad, justificaron la destrucción de las fortalezas coloniales desde fines del siglo XIX, a juicio de los gobernantes de turno.
De esta manera, el impacto en la sociedad cartagenera fue importante:
La afluencia de las clases trabajadoras y proletarias, de pequeños y medianos comerciantes y proveedores se fortaleció y con ello la interacción, aunque desigual entre los sectores poderosos y los gobernados de Cartagena y sus cercanías.
Ya desde fines del siglo referenciado, en las afueras de la ciudad, empezaron a levantarse haciendas y casas de recreo suntuosas, construidas en madera, a la par de viviendas de bahareque y techo de paja,(bohíos) habitadas por gentes pobres, así como otras viviendas de madera ocupadas por sectores medios venidos amenos, social y económicamente por la cris que azotaba a la ciudad después de la independencia.
“La cereza del pastel” la colocó, a comienzos del siglo XX, la construcción del antiguo puente republicano denominado Heredia; este se ubicó, de acuerdo con el concepto de algunos historiadores, en la espacialidad del viejo revellín o reducto, cuyos pilares subyacen en este espacio de mucho interés histórico y arqueológico; de igual manera se construyó el actual paseo Heredia, en cuyo espacio se erigiría una estatua al supuesto fundador de la ciudad, Pedro de Heredia; y aunque esto no se dio, la ofensiva denominación si continúa vigente hasta nuestros días.
Sobre las ruinas coloniales que subyacen en este espacio, es oportuno destacar los conceptos del eximio arquitecto restaurador del patrimonio: Fidiaz Álvarez Marín quien a través de una entrevista a eluniversal.com, afirma que:
“Si remueven las arenas del viejo puente que hoy transitamos encontramos una segunda estructura más contemporánea. Tras la independencia el revellín fue destruido y el puente fue rellenado para otra construcción. Los ciudadanos republicanos construyeron el paseo Heredia…Este tenía columnas a lado y lado, y algunas de ellas están enterradas en el terraplén…luego el puente recibió otro relleno y con la llegada del automóvil, más o menos en 1920, ya se le adaptó al tráfico vehicular. Todo lo que pasó desde la colonia y la república está ahí intacto, así que tú puedes excavar y rescatar las estructuras sin ningún problema”. (Las batallas del puente Heredia. Cristian Agámez. Junio 23.2019).
Sobre estas notas el historiador Raúl Porto (2007.P.101) afirma, de manera complementaria, que el primer automóvil se introdujo a Cartagena en 1905(Cartagena de Indias, Historia de un patrimonio.P.101) y Manuel Pretel(1929) escribe que el primer automóvil lo trajo .Es de destacar también que la presencia de los automotores en Cartagena, introdujo importantes transformaciones en las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales de la época; desdelos inicios del siglo XX, la ciudad empieza a sacudirse del lastre de la ruina global en que se sumió en el extenso proceso de la independencia , las guerras civiles nacionales y regional, a la par de los conflictos locales y provinciales
2. EL VIEJO PUENTE HEREDIA ABRE SURCOS.EL CORRALÓN DE MAINERO LOS APROVECHA.
Tal como ya se explicó, la construcción del puente Heredia y el respectivo paseo peatonal abrieron caminos para la expansión urbana de Cartagena.
A los factores ya enunciados se adiciona otras series como las siguientes:
PRIMERA. La ruina de muchas familias cartageneras, que, ante la pérdida de su poder económico, se vieron obligados a emigrar fuera de las murallas en propiedades más modestas, o vivir como inquilinos en el “Corralón de Mainero”.
Juan Bautista Mainero y Trucco, propietario de la tercera parte de los bienes inmuebles de la ciudad (fines del siglo XIX, principios del XX), mediante el sistema de compra de casas arruinadas y luego restauradas, manejó a su arbitrio el canon de la vivienda urbana, de tal forma que la crisis obligó a los desafortunados a escoger opciones más modestas y para ello, nada mejor que el “Corralón”, levantado en la inmediatez del puente.
Desde la perspectiva teórica proyectada, la presencia del Corralón de Mainero es un hito al interior de la historia neocolonial de Cartagena de las Indias; de Juan B. Mainero es notorio no sólo la cantidad de las viviendas poseídas, sino también la superficie de estas: entre todas se destaca la “Casa Económica” conocida popularmente como el “Corralón de Mainero,de unos 3.600 metros cuadrados, distribuidos en 120 habitaciones que arrendaba a personas de bajos recursos”. Esta quedaba en la calle de El Espinal, en el mismo punto del frustrado Parque de la Comida Caribeña, hoy convertido en una estación de la policía comunitaria. (eluniversal.com. Parra, Julie citando a Luis Molina en: Empresarios colombianos del siglo XIX).
SEGUNDA. La construcción del ferrocarril Cartagena Calamar, cuyos talleres estuvieron ubicados en una zona estratégica de la línea (hoy centro comercial Mall Plaza) fortaleció la expansión del barrio El Espinar, en la actualidad, El Espinal; en el entorno de estas instalaciones se establecieron las viviendas de trabajadores y empleados hasta consolidar la comunidad barrial que en el 2023 reconocemos como tal.
Así mismo la estación del ferrocarril en el Pie de La Popa, la electricidad y el acueducto de Matute agilizó su rápido poblamiento, desde fines y principio de los siglos referenciados.
Eduardo Lemaitre (1983) en su reconocida obra: Historia General de Cartagena confirma las afirmaciones anteriores:
Ya desde fines del siglo del siglo XIX a los cartageneros se les dio por seguir el ejemplo del propio…Rafael Núñez, quien se residenció en el barrio El Cabrero, desde su matrimonio con …Soledad Román de Núñez, en 1877; desde entonces se empezó a notar una tendencia irresistible a abandonar la ciudad amurallada o por lo menos para ir a pasar temporadas en el Pie de La Popa (sobre todo durante las fiestas de La Candelaria) o en el Pie del Cerro o en El Espinal, al norte del Castillo san Felipe. De este modo, para fines del siglo XIX ya existían allí casas de cierta categoría, generalmente construidas en madera.
Con la llegada del nuevo siglo (XX), de la paz (fin de la guerra de los 1.000días) y sobre todo de la electricidad y del agua de Matute, aquella tendencia se aceleró y en el Pie de La Popa muchas familias resolvieron construir residencias permanentes, algunas de ellas lujosas y aun ostentosas.
Así mismo Manga comenzó a poblarse gracias a la iniciativa del empresario Dionisio Jiménez, quien con los planos de Luis Felipe Jaspe, “resolvió hacer una urbanización moderna”.(Tomo IV.PP.471,472)la cual llegó a reunir el mayor legado de la arquitectura republicana de la ciudad .
Es innegable que los aportes de Lemaitre son valiosos y respetables; sin embargo, el proceso de expansión urbana de Cartagena durante este período, no se dio por una “tendencia” irresistible de abandonar la ciudad. El historiador no tiene en cuenta los factores socioeconómicos vigentes en ese tiempo, como fue el poder económico de las élites, con capacidad para construir viviendas suntuosas, y el bajo poder adquisitivo de las clases populares, medias y de los arruinados, factor que les obligó a abandonar la ciudad amurallada, construir viviendas precarias o vivir en el inquilinato del Corralón de Mainero, el cual abandonado desapareció en 1954.
Así, en la “ruta del eterno retorno de los destierros” como escribe el historiador Dairo Sánchez Mojica, continuarían las comunidades de los pobre de Cartagena, Pekín, Pueblo Nuevo y Boquetillo, adosados a murallas y baluartes, La Quinta, Chambacú, Lo Amador, Alcibia y centenares de barrios más que terminaron formando el cinturón de miseria que ciñe a la ciudad, en un proceso cada vez creciente e indetenible.
El viejo puente, hasta hoy sobreviviente, en estado de gravedad y con gran posibilidad de terminar de derrumbarse abrió el camino para el crecimiento de la otrora heroica ciudad: la élite, los adinerados, los poderosos dueños del capital cogieron el suntuoso camino del Pie de La Popa; los pobres escogieron el peor de los senderos: los barrios populares de El Espinal, Lo Amador, La Quinta y centenares de comunidades más, las cuales en nuestros días batallan por la dignificación personal y colectiva de sus habitantes, a la par de la sostenibilidad ambiental y de una infraestructura que les posibilite una existencia más humanizada.
PD.Imágen reproducida de eluniversal.com
CON LOS AFECTOS DE SIEMPRE:
UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.
Siempre Patrimonialista. Ambientalista siempre.