Héroes con pies de barro: (Final) Antonio de La Torre y Miranda y Antonio de Arévalo.
Héroes con pies de barro: (Final) Antonio de La Torre y Miranda y Antonio de Arévalo.
0.En modo presentación.
Sin duda alguna, Antonio de La Torre y Antonio de Arévalo, fueron grandes personajes al servicio incondicional de la política de conquista y colonización de la corona española en el Caribe colombiano.
Desde sus cargos, el primero como militar de carrera y el segundo como ingeniero militar alcanzaron logros importantes para la dominación de los amerindios originarios, y personas libres, de cualquier raza, congregándolos en los sitios estratégicos donde la corona y las autoridades provinciales pudiesen ejercer su gobierno e implantar la cultura invasora.
Ello, por la gestión del ingeniero de La Torre, por una parte, y por otra, bajo la gestión de Arévalo, lograr la pacificación de los guajiros al norte de la costa Caribe, entendiendo por pacificación el sometimiento político, la destrucción de las culturas ancestrales y la eliminación violenta de aquellos quienes osaran enfrentar a los invasores portadores de la guerra arrasadora “a sangre y fuego”.
1. LOS PIES DE BARRO DE ANTONIO DE LA TORRE Y MIRANDA.
A Antonio de La Torre, el gobierno español le debe la “refundación” de varias poblaciones de la antigua Provincia Cartagena de Indias, (hoy departamentos de Bolívar, Córdoba y Sucre) y la llamada “fundación” de otro conjunto importante de poblaciones españolas a costas de la pérdida de la vida de centenares de aborígenes y africanos, y la destrucción de la vida económica, social, política y cultural de nuestros antepasados.
La historia oficial y tradicional, al igual que a decenas de asaltantes y criminales, disfrazados de agentes conquistadores al servicio de los reyes de España, los elevó al altar de los héroes y convirtió su política de “fundación y refundación” en una epopeya, cuya memoria es digna de perdurar entre todas nuestras generaciones pasadas, presentes y venideras, de acuerdo con este corriente de la historia.
Leamos, entonces, apartes de la vida de: Antonio de La Torre y Mirand, conocido como el refundador de pueblos.
la Real Academia de Historia lo identifica como nacido en España, el año 1734, y fallecido en el mismo reino en 1805. Desde joven ingresó a los ejércitos reales en la marina hasta tener el grado de teniente, siendo llamado por el virrey Manuel fe Guirior para entrenar las milicias que se debían formar en Cartagena.
“El gobernador de Cartagena Juan de Torrezar Díaz Pimienta lo nombró en 1774 para que construyera poblaciones formales para las infinitas almas que vivían dispersas en las provincias internadas en los montes, faltas de religión, política y nacionalidad, siendo perjudiciales al estado” (sic).
El rey Carlos III lo nombró capitán de infantería y revestido con este título exploró el Zenú , refundando poblaciones, destruyendo comunidades abórigenes y estableciendo el gobierno español; de igual manera exploró diversas regiones del actual Chocó.
He aquí el gran secreto que oculta la historia oficial y tradicional: las poblaciones aludidas, las “rochelas”, son los reductos de la resistencia política, social cultural y económica, formados por gentes libres: amerindios, africanos y afrodescendientes, blancos pobres.
mestizos, mulatos y demás mezclas raciales de la época colonial, sobre los cuales el Estado español no había podido concretar su poder dominante.
Si bien es cierto que la obra de De La torre y sus hombres trajo ciertos avances como la construcción de caminos, diversidad de cultivos y repartición de algunos terrenos para la agricultura y la cría de animales (lo que Orlando Fals Borda llama reforma agraria), los pueblos “fundados y refundados” perdieron uno de los bienes más valiosos de la humanidad: la libertad.
Son los anteriores los méritos que la corriente histórica ya referenciada otorga al español, pero son estos, también, los factores que lo convierten en “héroe con pies de barro”: servidor incondicional de los intereses de la monarquía española y de los gobiernos regionales y provinciales, pero inclemente y despiadado con el inapreciable don de la libertad de los pueblos invadidos y avasallados.
Pero los pies de barro de La Torre se hacen más visibles cuando la Real Academia de la Historia, de España continúa afirmando que: “en 1781 el virrey Flórez con motivo del levantamiento de “los comuneros” decidió despachar contra los revolucionarios el batallón fijo de Cartagena.
Uno de los oficiales que formaba parte de la expedición fue el capitán Antonio de La Torre Y Miranda, quien llegó a Bogotá y de allí pasó a Fusagasugá”.
Como es bien sabido, la insurrección de los comuneros, (provincias de El Socorro, Mariquita, Antioquia y otras regiones del virreinato de la Nueva Granada) terminó en un fracaso, después de las negociaciones establecidas con el arzobispo y después virrey, Antonio Caballero y Góngora.
Sin embargo, el movimiento se convirtió en uno de los hitos más importantes de la tradición libertaria de nuestro pueblo, movimiento en el cual perdieron la vida centenares de patriotas del común .
En su extenso desempeño: seis expediciones entre los años 1774 y 1778, el militar logró articular al dominio español 43 poblaciones en la colonial Provincia Cartagena de Indias(Bolívar, Córdoba y Sucre), entre las cuales se menciona algunas de las más cercanas a Cartagena de Indias, pertenecientes al actual Departamento de Bolívar:
Santa Ana de Barú, San José de Rocha, Pasacaballos, Nuestra Señora de la Candelaria de Arjona, La Purísima Concepción de Ternera, Tirimaguaco (hoy Villanueva),San Juan Nepomuceno, San Cayetano y otras.( Antonio de la Torre y Miranda.soysince.com).
2. LOS PIÉS DE BARRO DEL ARQUITECTO E INGENIERO MILITAR ANTONIO DE ARÉVALO Y PORRAS.
Antonio de Arévalo y Porras (1717-1800) fue uno de los arquitectos e ingenieros militares más destacados de Cartagena colonial; bajo su dirección se fortalecen las construcciones defensivas de la plaza fuerte Cartagena de Indias, desde las cortinas de murallas, castillos de tierra firme y de la bahía exterior ,hasta la escollera de Bocagrande.
También desarrolló importante labor en el diseño y construcción de edificios públicos y religiosos y entre estos, el de la Santa Inquisición en 1765.
Referente a este tópico, la Real Academia de Historia, de España afirma:
También es de destacar su roll como diseñador de varios edificios públicos y espacios urbanos, entre los que sobresalen el Hospital de San Lázaro (1764) la casa y Tribunal de la Inquisición (1765), el llamado edificio de Las bóvedas, construido como parte del lienzo de murallas entre los baluartes de Santa Catalina y Santa Clara (1789-1795) (rah.es/ biografías, Antonio de Arévalo y Porras)
De igual manera, durante sus 40 años de servicio en la plaza Cartagena de Indias (desde 1751 hasta 1800, con algunos intervalos) fue autor de varias exploraciones territoriales, de estudios geográficos y elaboración de planos de diferentes espacios de la ciudad y el virreinato Nueva Granada.
Refiriéndose a otras vivencias la Real Academia amplía su crónica sobre el desempeño de Arévalo y Porras:
“En 1772 es encargado de pacificar la península de la Guajira donde funda varios caseríos como San José de Bahía Honda (1772) Pedraza y San Bartolomé de Sinamaica (1774),Santa Ana de Sabana del valle(1776) todos ellos de vida efímera vida ante la arremetida de los indígenas”.
Atenidos a la versión de la Real Academia de Historia, para el autor del ensayo, el pie de barro es el derecho de Arévalo al haber elaborado el diseño de la casa de la Santa Inquisición en 1765; así quien a esto se atrevió fue partidario de la existencia, la filosofía, y tal vez de los procedimientos del tribunal más execrable de la historia de la humanidad.
Sin embargo, es mucho lo que falta por investigar y sólo tenemos las primeras pistas de las relaciones entre un eminente ingeniero militar de la colonia y una perversa entidad como lo fue el Santo Oficio.
El pie izquierdo de barro del peninsular, fue a su vez la llamada “pacificación” de los guajiros; pacificar en los tiempos coloniales , en el lenguaje de la nobleza y los militares españoles significaba arrasar las comunidades, y en efecto Arévalo logró arrasar varias comunidades de la Guajira.
No obstante, no pudo doblegar a esta etnia en su globalidad, cuyas comunidades, en la gran mayoría permanecieron libres e independientes ,unas veces dando respuesta a la “entradas “arrasadoras” de los invasores, otras propinando derrotas al ejército español, mediante continuos y diversos ataques ofensivos, en la anhelada búsqueda de su autodeterminación frente al imperio colonialista, lucha que persiste hasta nuestros días del 2024.
Sobre estos hechos desconocidos , por gran parte de los seguidores de Arévalo , existen dos documentos , extensamente explícitos ,los cuales en la web están al alcance de mis amables lectores y lectoras con los siguientes titulares;
“La pacificación de la Guajira por Antonio de Arévalo” de la autoría de Manuel Gómez Casado, y “Antonio de Arévalo y la frontera de la península de La Guajira” del ilustre investigador del Caribe José Polo Acuña.
En nuestros días, Antonio de La Torre y Miranda y Antonio de Arévalo y Porras están presentes en el altar de los héroes del Caribe colombiano y de la capital de Colombia: en algunos municipios de los actuales departamentos de Córdoba y Sucre se erigieron estatuas para preservar su memoria; en Cartagena de Indias, la avenida que circunda el castillo San Felipe de Barajas lleva su nombre, al igual que algunas instituciones públicas y privadas.
Justo es que los españoles los conserven en la memoria histórica, como fieles servidores a los interese colonialistas de la corona; sin embargo, no existe justificación alguna para los caribeños mantenerlos en ese pedestal, por haber contribuido a la destrucción de nuestras culturales ancestrales y hasta de las mismas personas que no cedieron a sus embates conquistadores y colonizadores.
Bajarlos del altar de los héroes, es la única opción posible, al igual como hay que hacer con los cronistas de Indias Fray Pedro Simón, Juan de Castellanos y Gonzalo Fernández de Oviedo, y otros más, a quienes nos referiremos en una lejana posibilidad.
PD. Imagen de personajeshistoricosblog
Con los afectos de siempre:
UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.
Cronista de la Otra Historia de Cartagena de Indias.