Introducción
La educación positiva se ha convertido en una de las respuestas más significativas ante los desafíos de la formación humana en el siglo XXI. Más allá del rendimiento académico, las nuevas perspectivas pedagógicas demandan un enfoque integral que promueva el bienestar, el sentido de vida, la resiliencia y las relaciones interpersonales saludables. En este contexto emergen dos enfoques complementarios, pero con orígenes teóricos distintos: la Psicología Individual de Alfred Adler (1870–1937) y la Psicología Positiva moderna, impulsada por Martin Seligman a partir del año 2000. Ambos modelos coinciden en la necesidad de formar individuos capaces de vivir con propósito, contribuir al bien común y desarrollar fortalezas internas, aunque difieren en sus postulados fundacionales y en su forma de operacionalizar el bienestar en contextos educativos.
Este articulo tiene como objetivo analizar y contrastar las aportaciones de Adler y Seligman al campo de la educación y la disciplina positiva, destacando coincidencias, diferencias y posibilidades de articulación. Para ello se hará una aproximación a los fundamentos filosóficos y psicológicos de cada enfoque, sus implicaciones pedagógicas, y sus aportes empíricos y éticos al desarrollo humano. Al final, se propondrá una síntesis integradora que potencie lo mejor de ambos modelos.
1. Psicología Individual de Adler y su enfoque de educación positiva
Alfred Adler, médico y psicoterapeuta austríaco, fundó la Psicología Individual como una respuesta crítica al psicoanálisis freudiano, proponiendo un modelo basado en el propósito, el sentimiento de comunidad y la voluntad de superación. En este marco, la educación no es solo instrucción intelectual, sino un proceso de formación del carácter orientado al bien común.
Uno de los pilares de la visión educativa adleriana es el concepto de Gemeinschaftsgefühl, traducido como sentimiento de comunidad, que implica la capacidad de cooperar, empatizar y contribuir activamente a la sociedad. Para Adler, el objetivo de la educación es desarrollar este sentimiento desde la infancia, mediante relaciones basadas en el respeto mutuo, la cooperación y la responsabilidad personal (Adler, 2004).
Desde esta perspectiva, la educación positiva no se centra en recompensas externas ni en el control conductual, sino en cultivar el sentido de pertenencia y el propósito vital del estudiante. Las emociones negativas o los comportamientos disruptivos no son castigados, sino comprendidos como expresiones de necesidades psicosociales no satisfechas. Como afirma Oberst (2020), “el legado de Adler cobra una vigencia extraordinaria en el siglo XXI, al proponer una educación emocionalmente significativa y socialmente comprometida”.
Adler también fue precursor de conceptos que hoy identificamos con la Psicología Positiva, como el optimismo, la resiliencia y el sentido de propósito. Su enfoque educativo promueve la firmeza afectiva –una combinación equilibrada de límites claros y afecto incondicional– como base de una formación ética y saludable (Watts, 2021). Esta pedagogía prepara al niño no solo para adaptarse, sino para transformar el mundo desde la cooperación.
2. Psicología Positiva de Martin Seligman y el modelo PERMA
Martin Seligman, psicólogo estadounidense y expresidente de la Asociación Americana de Psicología (APA), impulsó a partir del año 2000 la corriente denominada Psicología Positiva, orientada al estudio científico de las fortalezas humanas, el bienestar y el florecimiento. Seligman propuso el modelo PERMA como marco conceptual para comprender el bienestar (Seligman, 2018):
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P (positive emotions): Emociones positivas
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E (engagement): Compromiso
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R (relationships): Relaciones
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M (meaning): Sentido o significado
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A (accomplishment): Logro o realización
A diferencia de Adler, cuyo enfoque era filosófico y clínico, Seligman desarrolló un marco empírico con herramientas de medición y programas de intervención validados científicamente. En el ámbito educativo, su modelo ha dado lugar a la llamada Educación Positiva, una integración entre pedagogía y psicología positiva que busca enseñar habilidades para el bienestar, el desarrollo del carácter y la resiliencia.
Según Shankland y Rosset (2020), la Educación Positiva se estructura en torno a tres pilares: emociones positivas, fortalezas del carácter y relaciones positivas. Su aplicación ha mostrado beneficios en la mejora del clima escolar, el rendimiento académico y la salud mental del alumnado. A través de programas como Positive Education Schools Association en Australia o Penn Resilience Program, se ha promovido un currículo del bienestar basado en la evidencia.
Seligman sostiene que el bienestar puede enseñarse como una habilidad, al igual que la matemática o la lectura. En su propuesta, el foco no está únicamente en la corrección de debilidades o patologías, sino en el fortalecimiento de virtudes como la gratitud, la perseverancia, la esperanza o la curiosidad (Seligman, 2021). Esta visión ha tenido un impacto global y ha generado una comunidad científica dedicada a evaluar los efectos de la educación positiva en diferentes contextos escolares.
3. Comparación entre los enfoques: convergencias y divergencias
Ambos enfoques –el de Adler y el de Seligman– coinciden en su rechazo a los modelos autoritarios y punitivos, y en su apuesta por una educación centrada en el desarrollo integral del ser humano. Ambos promueven el carácter, las fortalezas personales, el sentido de vida y las relaciones positivas como ejes del proceso educativo. Sin embargo, existen algunas diferencias significativas en cuanto a su origen, metodología y horizonte ético.
Dimensión |
Psicología Individual de Adler |
Psicología Positiva de Seligman |
Origen |
Clínica individual, ética y social |
Investigación empírica en psicología positiva |
Meta educativa |
Sentimiento de comunidad, cooperación y propósito |
Bienestar subjetivo, florecimiento personal |
Método |
Comprensivo, fenomenológico, relacional |
Empírico, cuantitativo, basado en programas |
Educador ideal |
Guía afectivo que promueve autonomía y pertenencia |
Facilitador que enseña habilidades de bienestar |
Motivación del estudiante |
Necesidad de pertenecer y contribuir |
Búsqueda de emociones positivas y logros |
Dimensión social |
Alta: visión comunitaria y ética |
Media: énfasis en lo individual y relacional |
Mientras Adler parte de una antropología profundamente ética y comunitaria, Seligman desarrolla un enfoque centrado en el individuo y su capacidad de prosperar. Si bien la Psicología Positiva ha contribuido a operacionalizar y medir constructos que Adler anticipó, su perspectiva puede ser enriquecida al integrar una visión más profunda del compromiso social y del carácter como responsabilidad moral, tal como lo propone Adler.
4. Hacia una síntesis integradora
Lejos de ser enfoques excluyentes, las perspectivas de Adler y Seligman pueden y deben integrarse para dar lugar a una educación verdaderamente positiva, ética y científica. Adler ofrece una brújula moral y relacional, mientras que Seligman aporta herramientas empíricas para medir e intervenir en el bienestar escolar. Una síntesis posible implicaría:
- Incluir el sentimiento de comunidad en el modelo PERMA: Añadir la dimensión del compromiso social y la contribución como sexto componente del bienestar educativo.
- Articular firmeza afectiva con desarrollo de fortalezas: Enseñar desde el vínculo emocional seguro, pero también desde el cultivo consciente de virtudes como la responsabilidad o la compasión.
- Diseñar programas integrales de educación positiva: Que incluyan tanto estrategias de aula como formación del carácter, justicia restaurativa y prácticas cooperativas.
- Formar educadores conscientes y reflexivos: Que no solo apliquen técnicas, sino que comprendan el desarrollo humano desde una mirada ética y relacional.
- Promover contextos escolares como comunidades de sentido: Más allá del bienestar individual, la escuela debe ser un espacio de transformación social, tal como lo soñó Adler.
Conclusión
Adler y Seligman representan dos corrientes que, con lenguajes distintos, coinciden en su pasión por una educación más humana. La visión adleriana nos recuerda que educar es un acto ético, social y comunitario, mientras que Seligman nos ofrece herramientas para fomentar el bienestar de manera intencionada y evaluable. La educación positiva del siglo XXI necesita de ambos: de la profundidad antropológica de Adler y del rigor empírico de Seligman. Solo así podremos formar individuos amorosamente firmes, capaces de vivir con propósito y contribuir al bien común.
Referencias
Adler, A. (2004). El sentido de la vida. Antorcha Virtual.
García-Alandete, J. (2022). Sentido de vida y bienestar: un enfoque desde la psicología positiva. Revista de Psicología y Ciencia Social, 11(1), 29–45.
Oberst, U. (2020). La educación desde la Psicología Individual de Alfred Adler. AFIN: Revista de Intervención Socioeducativa, 89, 15–28.
Seligman, M. E. P. (2018). La vida que florece: Construyendo bienestar y resiliencia en la escuela, el trabajo y la comunidad. Ediciones B.
Seligman, M. E. P. (2021). Positive Psychology: A Personal History. Annual Review of Clinical Psychology, 17, 1–23. https://doi.org/10.1146/annurev-clinpsy-050718-095653
Shankland, R., & Rosset, E. (2020). Implementing Positive Education Programs: Current Trends and Challenges. International Journal of Applied Positive Psychology, 5(2), 67–86. https://doi.org/10.1007/s41042-020-00027-0
Watts, R. E. (2021). Reclaiming Adler: Contributions to Contemporary Positive Psychology. Journal of Individual Psychology, 77(3), 205–219. https://doi.org/10.1353/jip.2021.0021