“En este pueblo no hay ladrones.”


 

 

La trama de esta historia se desarrolla en un pintoresco pueblo tropical que se asienta a la orilla de un río, donde el billar ocupa un lugar preeminente en las actividades recreativas. 

Dámaso, un joven de apenas 20 años, decide cometer un robo e irrumpe en el salón de billar. Al no encontrar objetos de valor, opta por llevarse las tres bolas de la única mesa de billar. Tras lograr su cometido, regresa a su rancho  y se las muestra a Ana, su esposa, quien era algo mayor que él y se encontraba en estado de embarazo. Juntos deciden enterrar las bolas debajo de la cama, mientras que en el pueblo se desata el caos, dado que el billar era el principal centro de entretenimiento, quedando vacío y relegado a ser solo un lugar para escuchar los partidos de béisbol por radio.

 

Para los habitantes del pueblo y para don Roque, el dueño del salón de billar, esto se convierte en una verdadera calamidad, ya que la tardanza para reemplazar las bolas y el alto costo de un nuevo juego se convierten en un problema, puesto que las bolas son fabricadas del marfil obtenido de colmillos de elefante, lo que explica su elevado precio. 
 

Mientras tanto, un forastero de raza negra es detenido y acusado de haber robado las bolas de billar. A pesar del trato cruel que recibe por parte de la policía y las autoridades, no se logra determinar el paradero de las bolas sustraídas. Dámaso, atormentado por su conciencia, decide, una noche y bajo los efectos del alcohol, regresar al salón de billar y devolver las tres bolas en el lugar donde las había tomado. Sin embargo, es sorprendido por don Roque, quien decide denunciarlo. Ante esta situación, Dámaso le aclara que solo se llevó las tres bolas y que los doscientos pesos que don Roque había reclamado como robados nunca existieron.

Ante esto, don Roque, con una sonrisa, le responde a Dámaso: "Ahora te los van a sacar del cuero, no tanto por ladrón como por bruto."

 

Este relato forma parte de los cuentos escritos por nuestro Premio Nobel, Gabriel García Márquez, publicado en 1962. Se trata de un cuento corto, de aproximadamente 40 páginas, que se lee con gran facilidad, despierta una emoción que no permite hacer pausas hasta llegar al final.

 

Hoy quiero recomendarles que lo lean y me escriban sus comentarios.


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