La Pezuña del diablo:La llegada de la Inquisición a Cartagena.


Falacias sobre la Inquisición en la novela La Pezuña del diablo de Alfonso Bonilla Naar y en torno a la obra del escritor.
Ponencia presentada por: UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.
Escritor, Historiador y Ambientalista ciudadano del Planeta Tierra.
A XIV Parlamento Internacional de Escritores de Cartagena
De Indias.
Agosto 24 al 27- 2016.
Apreciados amigos, apreciados amigos y amigas, escritores y escritoras presentes en este recinto.
Reciban el afectuoso saludo de este cartagenero, emocionado con sus magníficas personas, agradecido con Dios quien permite mi presencia y la de ustedes en este escenario y de igual forma agradecido con mis amigos Jocé Daniels, Rogelio España y Juan Gutiérrez quien de manera generosa, cada año me invitan a este encuentro a disertar sobre literatura y otras realidades sociales y culturales de nuestro suelo.
Para mayor desgracia del pueblo cartagenero y de las religiones del cristianismo, en sus credos católico y protestante, el judaísmo y el mahometanismo, la Inquisición en Cartagena de Indias, funcionó durante 211 años desde 1610, cuando se estableció en la ciudad hasta 1821, cuando el ejército Popular Libertador de Colombia, la expulsó por segunda vez, diez años después de la revolución de Independencia de 1811.
Durante este lapso La “Santa Inquisición” en su calidad de guardiana de los preceptos de la religión católica y de los intereses de la corona de España, celebró :
12 Autos Generales de fe,
38 autos particulares o autillos ,
E impuso penitencia a 767 reos , de los cuales, por lo menos cinco, fueron condenados a la hoguera en el “Quemadero” establecido en la actual Plaza de Santo Domingo, donde lo profano, hoy convirtió en centro de goce de los placeres de la gastronomía , la música y otras cosas, menos santas, el entonces aquel lugar sagrado.
El santo Oficio, a juicio del presidente de la junta revolucionaria de Gobierno de 1811, lo definió en ese entonces escribiendo a sus mentores:
“Al tribunal, la historia de todos los tiempos y países, desde su establecimiento, lo presenta cubierto de sangre, horrores y de injusticia. El fanatismo abortó este monstruo de la Iglesia en el siglo XIII, el cual en expresión de un autor célebre tiene los piés en el infierno y alcanza con los brazos el cielo”.
Así desde muchos siglos atrás y desde entonces La Inquisición se convirtió en uno de los tribunales más abominables de la humanidad, en objeto de centenares de investigaciones y libros científicos, en centro de historias y leyendas de monjes y monjas, de brujas y brujos de esclavos, de herejes y blasfemos y de novelas históricas, la línea que ocupa mi intervención .
Es en este marco en el cual destaco la novela histórica de la autoría de nuestro insigne escritor y paisano Alfonso Bonilla Naar, quien a la par de la ciencia médica investigativa cultivó la literatura con cuentos, poemas y la novela La Pezuña del Diablo.
Con 20 capítulos de mediana y corta duración, el escritor destaca elementos significativos del tribunal y selecciona aquellos paisajes que a su juicio personifican las andanzas del tribunal y las prácticas religiosas de la época.
Desde el prólogo de la obra de casi 250 páginas , Bonilla es taxativo sobre la presencia
del tribunal, cuando citando a Miguel Tejado Fernández afirma:
“Al lado de conquistadores, de los religiosos… de la ley evangélica
El demonio cruza el océano oculto tras el disfraz de la ignorancia o arropado
con la túnica de la superstición”.
Bebiendo en fuentes históricas confiables, en elementos de la cultura judía, en la ciencia de la arquitectura, en las prácticas de la brujería, la vida social y religiosa de Cartagena durante el siglo XVII, Bonilla Naar centra su narración en los siguientes ejes:
A. La llegada del Santo Oficio a Cartagena de Indias en 1610.
B. El desempeño de la Inquisición a través de la figura del primer inquisidor de Cartagena Juan Mayorga.
C. Las prácticas de brujería y hechicería personificadas en la bruja moza Matea Candia y el esclavo Diego León y Lorenzana de Acevedo o de Acereto.

D. Las prácticas de Judaísmo protagonizadas por el judío converso Bruno Franco Rodríguez.
E. El pecado de la solicitación de los curas de la época.
F. La ejecución de los herejes en la hoguera, y
G. La presencia de Pedro Claver apóstol defensor de los esclavos.

1. La entrada en acción de los Inquisidores en Cartagena de Indias se da a partir del año 1610, en noviembre cuando en la Iglesia catedral se lee el llamado Edicto de Fe, mediante el cual, el Tribunal conmina a los cartageneros a denunciar, bajo la pena de excomunión a todos aquellos que estando vivos o muertos hubiesen atentado contra la santa fe católica.
El edicto de fe causa la natural conmoción entre los habitantes de la ciudad y apresta la defensa de los no practicantes del catolicismo, quienes en adelante procurarán actuar con el mayor sigilo, ocultando lo que muchas veces se hacía sin mayores preocupaciones; sin embargo, las delaciones por motivo de enemistad, o cualquier otra razón baladí llenará pronto las cárceles secretas del santo oficio, que funcionaron en el edificio que todavía conserva la ciudad desde el año 1770.
2. Las prácticas de vida del Inquisidor Juan Mayorga, hombre de recia ilustración hacen de este la figura central del relato, quien ante sus desafueros permanentes fue denunciado ante el Tribunal Supremo , acusado de contrabandear mercancías , burlar el fisco de la corona, tener tratos deshonestos con doncellas y mujeres casadas, entre otras.
3. Las prácticas de brujería y hechicería comunes en Cartagena y su provincia , durante varios siglos, atrajeron la atención inmediata de los inquisidores, quienes se aprestaron a combatirlas; sin embargo el destino pondrá muy cerca a Mayorga con la bruja –moza Matea Candia, quien de día es una horrible anciana, vendedora de chicha de mamón en Getsemaní, y de noche se convierte en una bella mujer que con sus hermosas piernas y turgentes senos cautivará las pasiones del inquisidor, quien la pretende en vano en una noche sin luna en las playas de La Boquilla.
Matea Candia era la amante nocturna de Diego león, brujo y esclavo de don Bruno Franco Rodríguez, judío converso, como ya reseñamos con quien vivía en Punta de Hicacos en las Playas de Bocagrande, antiguo adoratorio del dios de indios y negros: Buziraco, cuyo sacerdote el mestizo Luis Andrea fue ajusticiado en el primer Auto de Fe que celebró la Inquisición en 1614.

Doña Lorenza de Acereto, mujer principal de la ciudad, acusada de hechicería con prácticas de rezos y brebajes a su marido de mayor edad Andrés Campo, para que no se diera cuenta de sus aventuras amorosas con jóvenes de la población.
Con la intervención de Mayorga, fue condenada a multas y destierro de la ciudad, so pena de ser confinada en las cárceles secretas , de donde jamás saldría.

4.Don Bruno Franco Rodríguez, judío converso, habitante de Punta de Hicacos, médico naturista, refugiado en ese sitio apoyado por su esclavo Diego León realizaba cada viernes en secreto sus ritos religiosos originales, de cuya fe nunca abdicará , ni aún en la hoguera donde se calcinó su cuerpo octogenario.

5.La solicitación de favores sexuales por parte de los sacerdotes fue una práctica muy común en la Cartagena del siglo XVII; un representante de la órden de los Dominicos cae en este pecado, cuando una hermosa doncella acude al sacramento de la confesión y muestra sus juveniles senos al anciano cura, para que borre la huella que debajo de estos había dejado en la noche anterior la pezuña del diablo: la pata de la cabra que deja el diablo a quien es poseído por él.
6.Implacable con las personas que consideró enemigas de la fe católica, la Inquisición llevó a la hoguera en el Quemadero de la ciudad al judío Bruno Franco Rodríguez y el protestante Adán Edón, quienes , descubiertos por el tribunal y condenados a la hoguera, jamás se retractaron de sus convicciones religiosas.
7.La labor evangélica de San Pedro Claver aparece descontextualizada en el texto, cuyo autor si fue cuidadoso al describir sitios claves de la ciudad, con sus gentes en el siglo XVII, de manera especial el salto del Cabrón en el Cerro de la Popa, desde donde fue arrojada la escultura en oro de Buziraco, dando origen a esta famosa leyenda de Cartagena.
Vista así la Obra de Bonilla Naar, se cataloga como una novela histórica con valiosas fuentes documentales utilizadas por su autor.
Sin embargo, y es lógico colegir de esta manera la obra tiene sus falencias históricas al no presentar una verdadera justificación de lo que representó la Inquisición en el ámbito de las ideologías de la época, al igual que el papel que desempeñó en la defensa de la monarquía española, y mucho menos en las implicaciones económicas del accionar del tribunal, que se sostenía con sanciones de carácter pecuniario a los enjuiciados.
De igual manera, hay que señalar que Lorenza de Acereto, dama principal, en las fuentes históricas de José Toribio Medina, es un apersona de bien, que jamás practicó la hechicería, como la presenta el texto, si bien es cierto que cayó en las garras del Inquisidor.
Por otra parte, si bien es cierto que los obispos de la ciudad enfrentaron los desmanes de los Inquisidores, no es cierto que el obispo Manuel Antonio de Cañate haya perseguido Al inquisidor Mayorga, le hubiese desafiado y que este jamás decidió enfrentar al obispo puntilloso como lo llama Bonilla.
Por otra parte, si bien es cierto que Mayorga fue acusado por sus desmanes ante el tribunal supremo de la Inquisición en España, este lo absolvió, regresó a Cartagena, de donde emigró triunfante a un mejor destino.
No salió derrotado como lo presenta la novela y temeroso que su fallida aventura en las playas de la Boquilla con la bruja moza, al conocerse se convirtiera en el pretexto de su supuesta derrota y el acabose del tribunal.
Pero si bien es cierto que la obra de Bonilla Naar presenta estas falencias históricas comprensibles excusables, en mi criterio, debo afirmar que la serie televisiva o novela la Pezuña del Diablo tergiversa buena parte de la obra escrita, presentando situaciones absurdas y personajes que jamás aparecen en el libro.
Error garrafal del director de la obra de televisión quien sin escrúpulos de ninguna naturaleza, declara que uno de los ganchos del éxito de La Pezuña, ha sido el de explotar con prudencia la inclinación de la gente por el sadomasoquismo, por una parte y por otra la decisión del libretista de inventar toda clase de horrores y errores históricos, con tal de cautivar la audiencia, que sumó nueve millones de personas por noche en el año 1983, cuando se proyectó la novela, la cual contribuyó en mucho a la tergiversación que tienen los cartageneros de su propia historia.
MUCHAS GRACIAS Y QUE DIOS CONTINÚE BENDICIÉNDONOS.


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