Todo lo que estamos viviendo traerá un nuevo ordenamiento para el mundo, por supuesto incluyendo a Cartagena y el Caribe, un territorio donde muchos estaban viendo como lejano el nuevo coronavirus. Y aunque luego las grandes potencias nuevamente se afiancen en el panorama geopolítico -claro, incluyendo lo económico-, las sociedades realmente más avanzadas serán aquellas que sepan recuperarse, reorientarse y renovarse en lo humano y lo social. Ojalá, Cartagena, el Caribe y Colombia pudiésemos lograrlo.
El pasado 20 de marzo, Andy Crouch, Kurt Keilhacker, y Dave Blanchard publicaron en el blog Praxis Journal un artículo titulado “Liderando más allá de la tormenta de nieve”, en referencia a la situación que actualmente atravesamos con el COVID-19. Ellos anotan que “este nuevo coronavirus no es sólo algo para que los líderes ‘lo superen’ durante unos días o semanas”, dejando claro que el tema efectivamente no es tan sencillo, especialmente más allá del virus en sí mismo. Afirman que “debemos tratar al COVID-19 como una tormenta de nieve económica y cultural, el invierno y el comienzo de una ‘pequeña era de hielo’, un cambio único en la vida que probablemente afecte nuestras vidas y organizaciones durante años”. Es decir, visualizan que el coronavirus es una tormenta de nieve apenas, y que ahora viene el congelamiento, que ya estamos viendo.
Como marco contextual a la referencia que hago, vale la pena anotar que Praxis es una firma norteamericana que hace parte de un gran grupo de empresas y empresarios que mediante capital de riesgo, entrenamiento, consultorías y otras estrategias impulsan la creación, desarrollo y aceleración de emprendimientos, emprendedores y empresarios. Por tanto, su análisis, además de certero, tiene mucho de realidad que aplica prácticamente para todo el globo -comparen con la OCDE, FMI, BM y otros-.
Ahora bien, hay que enfrentar esta realidad, que comparto en la misma medida. Pero no es posible un cambio sin tener consciencia de las razones del por qué cambiar. Y hacer tal principio de realidad, reconociendo las grandes implicaciones que tiene esta crisis, nos debe llevar a revisar cuál es nuestra responsabilidad como ciudadanos, cuál la del Estado, cuál la del empresariado, cuál la responsabilidad de la sociedad en general. Y de esta manera podremos pensar en acciones de salida, de recuperación más realistas y menos intuitivas, o en otras palabras, dirigidas por corazonadas.
¿Cómo sobresalir de esta crisis y volver a comenzar? Y prefiero hablar de volver a comenzar casi desde ceros, y no tanto un reinicio, porque el mundo se ha “reseteado” para muchos, y la configuración de las economías no poderosas ha cambiado drásticamente, al tiempo que su fuerza político-institucional, económica y social. Y Colombia se encuentra en este encuadre.
Como respuesta muy general, el primer paso a dar es hacer un “pare”, de manera que cada uno pueda hacer consciencia de la realidad que enfrentamos, con la claridad de que esta no es una tormenta, sino el inicio de una nueva mini-era del hielo, que hará todo lento, pero no por eso imposible. Ese “pare” es necesario para observar y analizar muy bien todas las condiciones del entorno: desde el individuo, desde la familia, desde el emprendimiento personal, desde la PYME, e incluso desde la gran empresa. Y por supuesto, desde las instituciones del Estado, que hasta ahora han sido relativamente eficientes -quiero creerlo- atendiendo una crisis que no vieron venir.
Este “pare” implica que, aún siendo optimistas, debemos reconocer el dolor y el lamento que esta situación provoca, porque negar tales emociones nos sacará de la realidad y cualquier decisión que tomemos podrá ser equivocada y desenfocada, y no podremos ser resilientes sin ese reconocimiento del dolor.
Una vez analizado el entorno, como segundo paso habría que repensar lo que hacemos, lo que hemos venido haciendo, como hemos venido actuando, e incluso, lo que somos -en tanto seres humanos, como sociedad, como empresarios, como emprendedores, etc…-. Cada actor, desde el individual hasta el colectivo -familias, sociedad civil, empresas, negocios, organizaciones, etc…- necesitarán repensarse en sus dinámicas, especialmente relacionales, porque lo que viene exigirá la construcción de nuevos y mejores vínculos, establecer puentes de cooperación entre comunidades, entre ciudades y regiones, vencer los egos, dejar de mirar sólo afuera y comenzar a ver nuestro propio territorio y nuestra gente -para el caso de la industria y sus profesionales-, y comenzar a dar valor a lo propio, a lo cercano, a lo nuestro, y así aportar al desarrollo de las capacidades para ser más competitivos, más sostenibles, más honestos con el discurso de “nuestra tierra, nuestra gente”. Por eso, repensarse es necesario, en todas las dimensiones posibles.
Y un tercer paso sería comenzar a actuar, con los recursos a mano, con una estrategia basada en relaciones, en alianzas, en cooperación, actitud de servir al otro -aunque no lo conozca- y en la empatía social que ayude a vencer la falta de amor por la tierra, por los demás -especialmente en una ciudad como Cartagena, en una región como el Caribe; para no mencionar a Colombia-. De esta manera, al pensar y actuar colectivamente podremos generar “el calor” necesario para enfrentar esa mini-era de hielo que ya se está comenzando a sentir, y que poco a poco iremos viendo con las reaperturas de la economía y otras dinámicas sociales.
Estamos ante una gran oportunidad de renovación. Y si bien puede haber más pasos para atender lo que está pasando, los mínimos necesarios son estos. Y ello súmele sujetarnos a las autoridades, pero con mentalidad crítica y constructiva, con disciplina ciudadana -que no la hay y es urgente-, con respeto y apoyo para poder avanzar y ser verdaderos contribuyentes de una transformación que muy seguramente, impulsándola con plena consciencia en el bien común, renovará todas las esferas de nuestra sociedad.