Hijo, Jesús no está vivo porque lo anunciamos, lo anunciamos porque ¡ESTÁ VIVO!


Introducción

  • "No te conozco. Si existes, quiero conocerte." (Mauricio G. Pareja Bayter, 3 de septiembre de 1984)

¿Alguna vez te has preguntado si Jesús realmente resucitó? ¿O si todo esto de la Semana Santa no es más que una tradición bonita, pero vacía? Este ensayo quiere hablarte directamente a ti, joven inquieto, que no te conformas con respuestas fáciles. En estos días donde se recuerda la pasión, muerte y resurrección de Cristo, te invito a mirar más allá de las procesiones y los símbolos. Vamos a hablar de lo que está en el centro de todo: la resurrección de Jesús. No como un mito. No como una idea. Sino como un acontecimiento real que cambió la historia, y que puede cambiar tu vida.

Porque Jesús no está vivo porque lo anunciamos. Lo anunciamos porque está vivo.

1. El corazón de la fe cristiana: un túmulo vacío y un corazón encendido

Desde el principio, los cristianos no dijeron “Jesús fue un buen maestro” o “sus ideas nos inspiran”. Dijeron algo escandaloso: “Jesús ha resucitado”. San Pablo lo dejó claro:

“Si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, vana también vuestra fe” (1 Cor 15,14).

La fe cristiana no nació para darte reglas de comportamiento ni una moral bonita. Nació de un encuentro con alguien que venció la muerte. Nació del shock de ver a alguien que habían visto morir, ahora vivo, caminando a su lado, comiendo con ellos, enviándolos al mundo.

Como dice el historiador N. T. Wright: “La única explicación razonable para el inicio del cristianismo es que Jesús realmente resucitó” (Wright, 2003, p. 710). Willi Marxsen añade que la fe no empezó con un sepulcro vacío, sino con una experiencia viva y transformadora (Marxsen, 1970, p. 45).

2. De cobardes a testigos valientes: algo pasó

Los amigos de Jesús huyeron, lo traicionaron, lo negaron. Estaban derrotados. ¿Qué hizo que ese grupo atemorizado se transformara en una comunidad de mártires que predicaba a Jesús Resucitado aunque les costara la vida?

Wolfhart Pannenberg lo dice sin rodeos: “Sin la resurrección, el cristianismo no tendría sentido” (Pannenberg, 1968, p. 102). Walter Kasper añade que Jesús no solo volvió a vivir, sino que Dios lo transformó en Señor de la historia (Kasper, 1974, p. 143). Y si Él es el Señor, tú y yo no podemos quedarnos indiferentes.

3. Si fuera un invento, ¿por qué poner a mujeres como testigos?

En aquella época, el testimonio de una mujer no valía nada legalmente. Si los cristianos hubieran querido inventar una historia creíble, jamás habrían dicho que las primeras en ver a Jesús resucitado fueron mujeres (cf. Mc 16,1-8).

Raymond Brown lo considera un argumento muy fuerte de autenticidad (Brown, 1994, p. 1320). Hans Küng también señala que los discípulos no se inventaron una historia bonita, sino que fueron sacudidos por una experiencia que cambió su manera de entender la vida y el mundo (Küng, 1974, p. 383).

4. ¿Y todo eso qué tiene que ver conmigo?

Mucho. Porque esa experiencia no se quedó en ellos. Fundó una comunidad real, la Iglesia, que ha sobrevivido dos mil años y sigue viva hoy. No por nostalgia, sino porque el Resucitado sigue actuando.

Edward Schillebeeckx dice que los discípulos experimentaron que “su causa seguía viva… como una presencia real entre ellos” (Schillebeeckx, 1974, p. 650). Esa misma presencia quiere encontrarte a ti hoy, donde estás, como eres.

5. ¿Dios resucitó a Jesús? Entonces está del lado de la vida, no de la muerte

Jesús fue crucificado por denunciar injusticias, por amar a los despreciados, por hablar de un Reino que incomodaba a los poderosos. Y Dios lo resucitó. ¿Sabes lo que eso significa? Que Dios no es neutral. Que está del lado de los crucificados.

Leonardo Boff lo expresa así: “La resurrección es el grito definitivo de Dios contra todas las cruces de la historia” (Boff, 1972, p. 243). Jon Sobrino añade que la resurrección es la prueba de que “el clamor de los crucificados ha sido escuchado” (Sobrino, 1991, p. 182). Eso es esperanza real, no espiritualidad barata.

6. No está vivo porque lo anunciamos… lo anunciamos porque está vivo

La fe cristiana no es repetir una historia antigua. Es responder a una presencia viva. Es lo que vivió Tomás cuando tocó las heridas de Jesús y dijo: “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn 20,28). Es lo que viven tantos jóvenes hoy cuando se atreven a dejar entrar a Jesús en su historia.

Henri de Lubac lo dijo de manera contundente: “Jesús no vive porque creemos en Él. Creemos en Él porque vive” (de Lubac, 1953, p. 89).

Conclusión

Esta Semana Santa no se trata de recordar algo triste. Se trata de celebrar la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la verdad sobre la mentira.

Jesús está vivo. No porque tú lo repitas, ni porque alguien te lo enseñe. Sino porque Él sigue apareciéndose en la historia de quienes se abren a Él. Elige no ser espectador. Elige ser testigo.

Porque no está vivo porque lo anunciamos. Lo anunciamos porque está vivo.

¿Quieres hacer algo distinto? Cierra los ojos, y escucha esta canción:

https://www.youtube.com/watch?v=ks_uPBpwe1Y

 

 


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