El enfrentamiento entre el concejal Javier Julio Bejarano y el alcalde Dumek Turbay Paz sobre la intervención o pago por parte de la alcaldía del Distrito de Cartagena de varios gastos durante el desarrollo de festivales culturales, salen a la luz con interesantes cuestionamientos: ¿quién pagó la presentación de Silvestre Dangond? ¿Quién pagó a los artistas del festival de música del Caribe? ¿En qué otros eventos se han gastado los recursos públicos? ¿Quién paga las redes que registran cuánto suspiro realiza el alcalde? ¿Se pagan con dineros públicos o de la billetera personal del alcalde?
¿Quién dice la verdad, alcalde o el concejal? ¿Quién asume los gastos, el alcalde o el municipio? ¿O es la misma vaina?
Esta situación me trae a la memoria el cuento del premio Nobel Gabriel García Márquez (Un día de estos), donde el alcalde del pueblo acude a don Aurelio Escovar (escrito con v en el cuento), dentista sin título y buen madrugador, un día al abrir su gabinete a las seis de la mañana llegó el alcalde del pueblo con un terrible dolor de muela, no quedando más remedio por parte del dentista que extraer la cordal bajo la amenaza del alcalde de pegarle un tiro si no lo atendía. Después del procedimiento, que fue practicado sin anestesia debido al absceso presente, el alcalde le dice al dentista: "-¿me pasas la cuenta?" y Aurelio Escovar le pregunta: "-¿a usted o al municipio?" El alcalde no lo miró. Cerró la puerta y dijo a través de la red metálica: "¡Es la misma vaina!"
Los alcaldes pierden la cordura y llegan a pensar que los recursos públicos son de uso personal. Son los recursos del pueblo, del estado, que deben ser utilizados de la mejor manera, especialmente para mejorar la calidad de vida de los colombianos y no para obtener provecho personal o satisfacer el ego y las ínfulas de grandeza.