PLAZA SAN PEDRO CLAVER: HISTORIAS SECRETAS 1.
1.LAS HISTORIAS SECRETAS CONTADAS POR EL PADRE TULIO ARISTIZÁBAL.
Son múltiples las historias secretas que narra el padre Aristizábal en tres de sus libros más conocidos como son:
*Iglesias, conventos y hospitales en Cartagena colonial.
*El templo de san Pedro Claver en Cartagena.
*Retazos de historia: Los jesuitas en Cartagena de Indias.
A continuación, narro de manera textual y/o contextual, algunas historias que ayudan a explicar los pormenores de la actual Plaza san Pedro Claver de Cartagena y su entorno, tal vez mi penúltima crónica de esta serie de “Historias Secretas”.
1. 2. LOS ORIGENES DEL COLEGIO Y DEL TEMPLO.
Al contrario de los efectos sociales producidos por varios de los conventos e iglesias de Cartagena colonial, en el sentido que favorecieron la vida comunitaria al dar nacimiento a las plazas desarrolladas en su entorno, la de san Pedro Claver debe su origen a un factor distinto y combinado.
En efecto, todo parece indicar, después de investigar en los bien documentados libros del ilustre sacerdote jesuita Tulio Aristizábal (q.e.p.d.), que el principal factor dador de vida a la plaza en el tiempo de la colonia fue, en primera instancia, la creación del Colegio de la Compañía de Jesús, y después el templo de la misma Orden sacerdotal.
En este marco de las “historias secretas de la plaza”, para decenas de miles de cartageneros, es conveniente escribir que los sacerdotes jesuitas llegaron a nuestra tierra “en 1604 con el encargo de fundar un colegio. A eso los habían llamado los cartageneros, y esa era la razón que la real cédula del rey Felipe III daba para autorizar su establecimiento en Cartagena” … por el mucho fruto que harían con su enseñanza y doctrina en aquella tierra”. (Aristizábal, Tulio. (1998). Iglesias, conventos y hospitales en Cartagena colonial. P.75).
Siguiendo a Aristizábal se aprecia que “las clases se iniciaron con 70 alumnos en los primeros días de enero de 1605.Fue el primer colegio que tuvo la Compañía de Jesús en el Nuevo Reino. Pero pronto el local quedó estrecho y con la ayuda del gobernador, adquirieron los religiosos otro terreno más amplio y mejor situado junto a la plaza del Muelle, en donde levantaron, no sin dificultad un buen edificio de dos plantas con su pequeña iglesia” …
Entonces, los jesuitas…Organizaron la capilla: el zaguán y varios aposentos se convirtieron en un salón de cien pies de largo por treinta de ancho, para las mujeres. Para los hombres, el patio integrado con la capilla y cubierto con una vela de navío. (Retazos de Historia…P.29).
El Colegio de la Compañía de Jesús, bien pronto asumió su misión evangelizadora con el beneplácito de la comunidad del barrio santa Catalina de Alejandría, cuyo nombre derivó de la iglesia catedral con igual identificación.
En este sentido Aristizábal, citando al cronista de la Compañía, Josech Cassiani, explica que:
“Púsose clase pública de gramática para criar a la juventud y enseñar a los niños indios la doctrina cristiana; salían a buscarlos por las calles y en las plazas; los días de fiesta se explicaba la doctrina en la iglesia con singular aclamación de los vecinos; era función devota y nunca vista, y era delicia ver aquellos bozales(esclavizados recién llegados a Cartagena) tan bien instruidos y que en una plaza pública decían la doctrina como pudiera un español en la culta policía de nuestra Europa”.(El templo de san Pedro Claver en Cartagena.P.8./1999).
De esta manera, el colegio continuó progresando en todos los sentidos, e instruyendo, de manera especial a los criollos, descendientes de los antiguos conquistadores y miembros de las clases dominantes, desde la época colonial.
La ampliación del plantel y la construcción de una nueva iglesia no estuvo exenta de duras dificultades económicas, y políticas con la corona real y sus funcionarios en la ciudad; la primera de las obras referenciadas dio lugar a un extenso pleito entre los jesuitas y el gobierno colonial, en cuyo seno figura el origen de la calle de la Ronda, el cual se explicará en párrafos posteriores.
La iglesia, por su parte, de acuerdo con lo escrito en mi libro: “Lugares Sagrados de Cartagena Colonial”, citando a Enrique Marco y a Urueta y Piñeres, se desarrolló a través de la siguiente línea del tiempo que también complementa Aristizábal:
1605.Los jesuitas a la par del colegio construyen un templo muy modesto de 100 metros, insuficiente para albergar a los fieles, quienes de manera masiva acudían a los oficios religiosos.
1695. Está decidida la construcción de una nueva iglesia y se hace acopio de materiales de construcción.
1698.Se da comienzo a la construcción de la nueva iglesia de los jesuitas. (Aristizábal. Los jesuitas…P.11).
1716.El templo aparece en el plano de la ciudad levantado por el ingeniero Juan de Herrera y Sotomayor.
1735.Los científicos Jorge Juan y Antonio Ulloa en el plano que levantaron de la ciudad indicaron en este que la iglesia de los jesuitas era un hecho reciente, aunque debía estar muy en sus comienzos.
1753.En el informe enviado a Roma por el provincial de la comunidad, desde Santa Fe, dice que se está trabajando en la construcción de la iglesia.
1761.Este año ya está terminado el templo. (Aristizábal. Los jesuitas…P.11)
1766.El padre Bernardo Recio quien pasa camino de Europa afirma que ha tenido ocasión de admirar el templo acabado, pocos años ha, por un hermano, nuestro gran arquitecto.
Aristizábal, reafirmando la anterior línea, escribe también, que la construcción de la nueva iglesia (hasta hoy existente) se inició en 1698 y culminó en 1761, tal como se bosquejó en los anteriores renglones; sin embargo, los jesuitas no pudieron disfrutar mucho tiempo del nuevo templo, pues en 1767 fueron expulsados de España y de sus reinos de ultramar, mediante Pragmática Sanción de Carlos III de España.
2.EL NOMBRE DEL TEMPLO: UNA GRAN HISTORIA SECRETA, UNA GRAN POLÉMICA.
La adopción y cambio de nombre de las calles y plazas de Cartagena, es una costumbre histórica desde los tiempos coloniales hasta nuestros días; en el presente, aún se mantiene la polémica en torno al nombre de algunos sitios emblemáticos de la ciudad; y el templo, cuya denominación es san Pedro Claver no escapa a la situación descrita.
Es el sacerdote jesuita, líneas atrás referenciado, quien abre la polémica, cuando le consulto en el inicio del 2023, categórico escribe refiriéndose a la primera iglesia de los jesuitas en Cartagena:
“Por muchos años fue ese el templo de la Compañía en Cartagena. En ningún documento se le menciona con otro nombre. Siempre es “el templo del Colegio”, “el templo de la Compañía”, “el templo de los jesuitas”. Si se le dijo de san Ignacio, o de san Francisco Javier, como afirman algunos, no consta en los documentos”. (El templo de san Pedro Claver en Cartagena.P.13).
¡Frente a estas categóricas afirmaciones, de quien se convirtió en uno de los mejores y más autorizados historiadores de la Compañía en Cartagena, no hay nada que objetar!
De igual manera, refiriéndose al nombre de la nueva iglesia (1724-1766), el autor referenciado escribe de nuevo:
“Terminada la nueva iglesia…En un principio se le llamó de San Miguel, tal vez… por la devoción grande que al arcángel san Miguel… se le tiene…A poco, para 1764, se dice que es el templo de san Francisco de Borja”. (Iglesias, conventos…P.76).
Son estas las tesis, que contradicen de, manera parcial, a la historia tradicional y a mi libro: “Lugares Sagrados de Cartagena Colonial”, cuando citando a Donaldo Bossa en su Nomenclator Cartagenero (P. 51), se afirma:
Este lugar sagrado de Cartagena de Indias ha tenido tres nombres, así:
*San Ignacio de Loyola desde su fundación…hasta 1767, fecha de la primera expulsión de los jesuitas. (Válida la corrección de Aristizábal)
*San Juan de Dios, desde 1768, año en que fue trasladado al Colegio de la Compañía, el hospital san Juan de Dios, hasta la canonización de san Pedro Claver en 1888. (Afirmación correcta).
*San Pedro Claver, desde 1888 hasta nuestros días del 2023. (Afirmación correcta).
En síntesis, de acuerdo con Aristizábal, el único nombre que no ha recibido la iglesia es el de San Ignacio de Loyola
Hoy por hoy, en calidad de epílogo sobre el nombre del templo que da nombre a la plaza que historiamos, es preciso afirmar, que este último título no admite controversia histórica.
3.EL ORIGEN DE LA PLAZA SAN PEDRO CLAVER.
Es indudable que el origen de la plaza que hoy se identifica como san Pedro Claver, tuvo como nombre original “Plaza del Muelle” por estar en la inmediatez del viejo muelle, ubicado desde los primeros tiempos de la colonia, en la proximidad del baluarte san Ignacio, y que después en el último cuarto del siglo XVI fue trasladado, con el nombre de muelle de la Contaduría (hoy muelle de Los Pegasos, a la parte posterior del edificio de la Aduana, ocupado en la actualidad por la alcaldía mayor del Distrito.
Confirma la afirmación inicial, la versión de Aristizábal cuando refiriéndose a la reubicación del Colegio de la Compañía, el cual estuvo ubicado de manera original en una casa cercana a la plaza Mayor o de la Inquisición, en la calle de este nombre actual. Entonces el cronista explica:
“De ahí que, por estrecheces e incomodidades, debido al creciente número de alumnos y a ciertos impertinentes vecinos, el colegio se mudó poco después al terreno que autoridades y ciudadanía le brindaron junto a la plaza del Muelle y comenzaron a procurar nueva Iglesia. (El templo san Pedro Claver en Cartagena.P.9).
Así, es indudable que el origen de la plaza está ligado al establecimiento de los jesuitas en Cartagena y a la apertura del Colegio y la Iglesia de la Compañía en 1605, en el barrio santa Catalina de Alejandría.
En ese tiempo tal como se explicó, desde el traslado de una modesta vivienda, a la plaza del Muelle, la Orden sacerdotal adquirió casas circunvecinas para la ampliación del plantel y el templo, en cuyo entorno estaba establecida una vecindad, formada por doñas, señores y artesanos habitante en viviendas bajas y altas de las cuales, muchas, casi todas, con el transcurrir del tiempo desaparecieron, para en los siglos XIX XX dar paso a las construcciones de estilo republicano que hoy circundan el sitio emblemático.
3.1. EL ENTORNO DE LA PLAZA.
Siguiendo la delineación actual del simbólico espacio referenciado, es posible afirmar que este estuvo demarcado, así:
Colocada una persona, de espalda en la puerta principal de la fachada del templo actual, a la derecha se encuentra el baluarte San Ignacio de Loyola, y la calle de la Ronda, protegida por una cortina de muralla (hoy desaparecida y que defendía, al Colegio, la iglesia y la tierra firme de la plaza de las aguas de la “Laguna de La Marina”(actual parque de La Marina), hoy también desaparecida; esta calle aún en nuestros días, comunica con el baluarte san Francisco Javier, conectado, antaño, con el san Ignacio por la misma cortina.
A mano izquierda de la posición adoptada está la calle san Juan Dios, la cual conduce a la plazuela de Nuestra Señora de la Merced, que recibió su nombre del convento que le dio origen; separada por una vía emerge otra especie de plazuela, la san Juan de Dios formada por el baluarte san francisco Javier y el antiguo Colegio de la Compañía, ubicado sobre la muralla y que hoy es el actual Museo Naval).
Esta plazoleta cede el paso hacia la calle de la Ronda ya mencionada; en ese trayecto, está un parque lineal y la plazuela “Los Almirantes”, con el cual la Armada República de Colombia(ARC), rinde homenaje a varios almirantes de Nuestra América .
Se destaca la escultura del almirante José Prudencio Padilla, uno de los dirigentes más representativos de la liberación de Suramérica, y en especial de Cartagena y Venezuela; existe también en esta plazoleta los bustos de héroes de la armada de, República Dominicana: Juan Pablo Duarte y Díez (1813-1876), Perú: Almirante, Miguel Grau Seminario (1834-1879), Venezuela: Almirante Lino de Clemente y Palacios (1767-1834) y Argentina: Almirante Guillermo Brown (1777-1857).
En la continuidad de la descripción del entorno de la plaza se aprecia que al frente del templo, estaban las casas coloniales, hoy prácticamente desaparecidas y reemplazadas por construcciones republicanas, las cuales dan forma irregular a este espacio colonial, también articulado con la llamada plaza de Armas, cuya historia el autor tratará en próxima entrega.
3. 2 EL BALUARTE SAN IGNACIO DE LOYOLA.
De acuerdo con la versión de la web: fortificacionescartagenadeindias.com, “fue terminado hacia 1630 por orden del gobernador Francisco de Murga, continuando con la obra comenzada por Cristóbal de Roda tres décadas antes: proyectado para defender el istmo de Bocagrande y la bahía de las Ánimas, este baluarte conocido como el de los Moros cambió su nombre, al igual que su traza debido a la proximidad del Colegio de la Compañía de Jesús.
…”al desplazar el baluarte por un litigio sobre el trazado de este con los jesuitas…fue necesario también adelantar el san Ignacio. Sería Juan de Herrera y Sotomayor quien hacia 1730 le diera su dimensión actual dotándolo de un garitón barroco, amplio solado, planta irregular y rampa de acceso…A finales del siglo XVIII el ingeniero Antonio de Arévalo, realizó algunas obras de acondicionamiento que le dieron su aspecto definitivo hasta principios del siglo XX, cuando se levantó en su plataforma el monumento a la bandera que añadió una escalinata y unos jarrones de cemento.
La restauración llevada a cabo en 1969 por el Ministerio de Obras Públicas devolvió su esplendor pretérito al baluarte, reponiendo sus parapetos, recuperando la explanada, reconstruyendo el tendal y descubriendo la rampa de acceso”. (Consultado, enero 12.2023).
Mención especial merece el hecho de la demolición de la cortina de muralla. el año 1910,que unía a los baluartes san Ignacio y San Francisco Javier, y el derribo del monumento a la bandera, (erigido en 1911 con motivo de la celebración del primer centenario de la independencia de Cartagena, por iniciativa del general Francisco Burgos Rubio), durante la restauración mencionada por la web referenciada.
3.3.LA CALLE DE LA RONDA.
Por su parte tiene su origen en el pleito suscitado entre los jesuitas y el gobierno colonial, cuando este para adelantar las fortificaciones de la plaza invade los terrenos de aquellos; el litigio se prolongará por más de 30 años, con el pírrico triunfo de los sacerdotes.
Aristizábal en sus “Retazos de Historia…” con documentos en manos explica:
En 1628, Fray Pedro Simón afirma que “el colegio es de una mediana fábrica, por haber poco que se fundó”. De este mismo año es la propuesta del arquitecto Juan Mejía del valle para una nueva fábrica del Colegio de la Compañía, propuesta que respalda el cabildo al informar al rey que los religiosos siguen en penurias sin tener iglesia capaz…A esto se añade un serio litigio con los constructores de las murallas. Cristóbal de Roda, era diestro ingeniero, sobrino de aquel Bautista Antonelli, Ingeniero como él, que había proyectado las defensas de la ciudad.
Esa fue la labor de Roda: Llevar a la realidad el proyecto de su tío y al llegar a la plaza del Muelle se fue metiendo desvergonzado (1620) con su muralla por el terreno del Colegio de los jesuitas…estos quedaban sin posibilidades de ensanche, por lo cual en 1627 acuden al Consejo de Indias y el rey ordena al gobernador buscar una solución que contente a las partes. Después de muchas consultas y diálogos, el gobernador de Cartagena, amigo de la Compañía permite a esta edificar parte de su colegio sobre la muralla, ya que, a su juicio el peligro de enemigos era escaso por esa parte.
Así quedan por algún tiempo las cosas. El colegio se construye sobre la muralla… (1627-1638). Pero en 1638, durante la gobernación de Miguel de Aguilera…vuelve a agitarse el asunto y a él no le parece razonable una construcción educativa sobre las defensas de la ciudad y que los jesuitas se habían atrevido a abrir dos puertecitas hacia el mar. El enemigo podía colarse por allí cuando quisiera”.
Así entre alegatos, ofensores y defensores, órdenes y contraordenes, mandatos de demolición y una cédula del rey Felipe IV, pidiendo apoyo a los sacerdotes en diciembre den1645, pasan más de 30 años.
Aristizábal continúa:
Por más de 30 años, los ingenieros militares, pugnan por desalojar a los jesuitas obteniendo inclusive una orden de demolición y estos se defienden con acciones dilatorias alegando falta de recursos para mudarse a otra parte. Por fin en 1656, otro ingeniero, Juan de Semovilla Tejada, de acuerdo con el gobernador de la época, propone una solución que satisface a ambas partes y pone fin al conflicto: el colegio permanecerá en su sitio y la comunidad que lo dirige a su costa, construirá setenta pies, más afuera una segunda muralla o cortina de muralla que comunique los baluartes de san Ignacio y de san Francisco Javier, con lo que queda espacio suficiente para el paso de ronda”. (Retazos.P.99).
La ronda, cuyo origen, más antiguo, viene desde el imperio romano, no era más que el servicio de vigilancia que en las noches hacían los oficiales subalternos a los puestos de guardias en las garitas y a los centinelas habituales.
Con la construcción del colegio, cuyo costo fue 50.000 pesos oro, las arcas de los jesuitas quedaron exhaustas, pero lograron proteger y conservar dos de las más importantes construcciones de la época colonial cartagenera como son el Colegio de la Compañía y el templo referenciado.
De todas maneras, el siglo XVIII, es un lapso de prosperidad para la Compañía, pues no sólo tuvieron el dinero para construir la nueva muralla acordada con la corona y salvar el colegio, sino que también poseían una hacienda en Tierrabomba, la san Bernabé, desde 1631,sitio del cual extraían los materiales de construcción como madera, para las pesadas vigas que sostienen los techos, piedra y cal, y además tenían sus propios tejares y ladrillera; así mismo, poseían una locería, es escribir, una productora de loza: platos, jarros, pocillos, tazas y vajillas, en general) muy refinadas y apetecidas por las clases dominantes de la ciudad.
A lo anterior se adiciona la posesión de casas para el arriendo, mano de obra esclavizada para la construcción de obras, las limosnas cotidianas y especiales, sin contar la otra hacienda que poseían en Tolú.
Aristizábal complementa escribiendo que también traían materiales de otra hacienda que poseía el colegio, junto al mar de Tolú a nueve leguas de la ciudad y que se denominaba La Matuna, en donde se sembraba maíz y yuca y que era boscosa y rica en madera. (El templo de san Pedro Claver en Cartagena (P.P.18,19).
3. 4. LA CALLE SAN JUAN DE DIOS.
Tiene como nombre original, Nuestra Señora de la Salud, y después en el plano de 1808 aparece como calle de La Salceda.
La denominación de San Juan de Dios obedece al hecho de haberse establecido en 1768, (después de la expulsión de los jesuitas, el año anterior) en el Colegio de la Compañía de Jesús, el Hospital de este nombre, bajo la administración de los hermanos de La Orden Hospitalaria San Juan de Dios, mejor conocidos sus miembros como “juanicos o juaninos”.
Donaldo Bossa en su Nomenclator Cartagenero confirma lo escrito en inmediata anterioridad:
“Después de la primera expulsión de los jesuitas (1767) la calle se conoció como calle o mejor callejón de san Juan de Dios, porque los juanicos o hermanos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, se hicieron cargo en 1768 de la iglesia y del Colegio de la Compañía, colegio al que trasladaron el hospital que venía funcionando en la calle de Nuestra Señora de Belén, actual calle del Coliseo. Por eso la calle donde se trasladó el hospital fue llamada calle del Hospital de San Juan de Dios y calle de san Juan de Dios, como se sigue llamando hoy”. (P61). CONTINUARÁ…
Con los afectos de siempre, deseándoles que
la especulación y la carestía no deteriore aún más,
nuestra precaria calidad de vida.
UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.
Patrimonialista. Ambientalista.