TEORÍA DEL APEGO


Introducción

La teoría del apego es un marco teórico en psicología del desarrollo que fue desarrollado por el psicólogo británico John Bowlby y posteriormente ampliado por Mary Ainsworth y otros investigadores. Esta teoría se centra en cómo los lazos emocionales se forman entre los niños y sus cuidadores principales, generalmente los padres, y cómo estos lazos afectan el desarrollo emocional, social y cognitivo a lo largo de la vida.

Mary Ainsworth

Mary Ainsworth (1913-1999) fue una influyente psicóloga canadiense y figura destacada en el campo del desarrollo infantil y la teoría del apego. Nació en Glendale, Ohio, pero pasó gran parte de su vida profesional en Canadá y posteriormente en Estados Unidos.

Ainsworth es conocida principalmente por su trabajo en la teoría del apego, que desarrolló en colaboración con John Bowlby, un psicoanalista británico. La teoría del apego se basa en la idea de que los niños forman vínculos emocionales especiales con sus cuidadores principales, generalmente los padres, y estos vínculos afectan su desarrollo emocional y social a lo largo de la vida.

Uno de los logros más destacados de Mary Ainsworth fue la creación de la "Situación Extraña" (Strange Situation), un procedimiento de observación diseñado para evaluar y clasificar los diferentes estilos de apego en niños pequeños. En este experimento, se observa cómo los niños reaccionan a una serie de situaciones estandarizadas que implican separación y reunión con sus padres en un entorno desconocido. A partir de sus observaciones, Ainsworth identificó tres principales estilos de apego: seguro, evitativo y ambivalente (posteriormente llamado ansioso o resistente). Estas clasificaciones proporcionaron una valiosa comprensión de cómo los patrones de apego se desarrollan y afectan la vida del niño.

Su trabajo en la teoría del apego y el desarrollo infantil tuvo un impacto significativo en la psicología y en la comprensión de cómo las relaciones tempranas influyen en el desarrollo emocional y social de las personas. Mary Ainsworth recibió numerosos premios y reconocimientos a lo largo de su carrera, y su legado perdura a través de las contribuciones que hizo para comprender y mejorar la crianza y el cuidado de los niños.

La situación extraña

La "Situación Extraña" (Strange Situation) es un procedimiento de observación desarrollado por Mary Ainsworth para evaluar y clasificar los diferentes estilos de apego en niños pequeños. Fue diseñado para investigar cómo los niños responden a la separación y reunión con sus cuidadores en un entorno desconocido y ligeramente estresante.

El experimento de la Situación Extraña se lleva a cabo en una habitación de juegos especialmente diseñada, donde se encuentran presentes el niño, su cuidador (generalmente la madre) y un observador. El procedimiento se desarrolla en varias etapas, que involucran momentos de separación y reunión entre el niño y el cuidador en situaciones controladas. A lo largo de las etapas, se observan las respuestas emocionales y los comportamientos del niño hacia el cuidador y hacia el entorno.

Las etapas típicas de la Situación Extraña son las siguientes:

  1. Exploración (Base): El niño explora libremente la habitación de juegos en presencia del cuidador. Esta etapa proporciona una base de referencia para el comportamiento del niño cuando se encuentra en un ambiente relativamente seguro.
  1. Separación del cuidador: El cuidador deja la habitación, dejando al niño solo con el observador. Esta separación es un momento estresante para el niño, y sus reacciones durante este tiempo se observan de cerca.
  1. Reunión con el cuidador: Después de un período de separación, el cuidador regresa a la habitación y se reencuentra con el niño. Las respuestas del niño al reunirse con el cuidador se observan cuidadosamente.
  1. Intervención del observador (opcional): En algunas variantes del procedimiento, el observador puede intentar interactuar con el niño para evaluar cómo el niño responde a una figura no familiar.

A partir de las observaciones en la Situación Extraña, Mary Ainsworth identificó los principales estilos de apego en los niños:

  1. Apego seguro: Los niños que tienen un apego seguro generalmente se sienten cómodos explorando el entorno cuando el cuidador está presente. Se angustian cuando el cuidador se va, pero se consuelan rápidamente al reunirse con él y buscan contacto y cercanía.
  1. Apego evitativo: Los niños con un apego evitativo tienden a mostrar poca angustia cuando el cuidador se va y pueden evitar el contacto y la cercanía cuando el cuidador regresa.
  1. Apego ambivalente (o ansioso/resistente): Los niños con un apego ambivalente suelen mostrar una intensa angustia cuando el cuidador se va y pueden tener dificultades para calmarse cuando el cuidador regresa. Buscan la proximidad del cuidador, pero pueden mostrar ambivalencia o resistencia hacia él.
  1. Posteriormente, se agregó un cuarto estilo de apego: Apego desorganizado. Los niños con un apego desorganizado muestran respuestas contradictorias y desorganizadas hacia el cuidador, a menudo en situaciones de trauma o abuso.

La Situación Extraña ha sido ampliamente utilizada en la investigación y práctica clínica para evaluar y entender los patrones de apego en niños y su impacto en el desarrollo emocional y social a lo largo de la vida. También ha sido una herramienta valiosa para comprender cómo las relaciones tempranas con los cuidadores afectan la forma en que los niños desarrollan su sentido de seguridad y confianza en el mundo.

Marco conceptual

Los principales conceptos de la teoría del apego son los siguientes:

  1. Apego: Se refiere a un vínculo emocional especial que se forma entre el niño y su cuidador principal. Este apego proporciona una base segura desde la cual el niño puede explorar el mundo y enfrentar nuevos desafíos.
  1. Figura de apego: Es la persona (generalmente los padres) que desempeña el papel principal en la vida del niño y con quien este desarrolla un apego más fuerte.
  1. Exploración y proximidad: El niño busca la proximidad de la figura de apego cuando se siente inseguro o enfrenta situaciones estresantes. Una vez que se siente seguro, el niño puede explorar el entorno de manera más independiente.
  1. Comportamientos de apego: Estos son patrones de comportamiento que el niño muestra para mantener la proximidad con la figura de apego. Pueden incluir buscar contacto físico, llorar, sonreír y seguir visualmente a la figura de apego.

Tipología

Mary Ainsworth realizó estudios observacionales conocidos como el "Experimento de la Situación Extraña" para identificar diferentes patrones de apego en niños. Los principales tipos de apego identificados son: apego seguro, inseguro-evitativo, inseguro-ambivalente y desorganizado.

Apego seguro

Los niños muestran una confianza en la disponibilidad y apoyo de su figura de apego. Exploran el entorno con seguridad y buscan a su cuidador en situaciones de estrés.

Caso 1: Ana.

Había una vez una niña llamada Ana, de 3 años de edad, que vivía con sus padres, Laura y Carlos. Desde que nació, Ana había formado un fuerte vínculo con sus padres, quienes siempre estaban presentes para satisfacer sus necesidades emocionales y físicas. Cuando Ana necesitaba consuelo, sus padres la abrazaban cariñosamente y le ofrecían palabras reconfortantes. Cuando exploraba el mundo, Laura y Carlos la animaban y la acompañaban en sus descubrimientos.

Un día, Ana y sus padres fueron a un parque cercano para jugar juntos. Mientras corría y se divertía, Ana se alejó un poco para explorar un área desconocida del parque. Al darse cuenta de que se había alejado, Ana miró hacia atrás y vio a sus padres sonriendo y alentándola desde la distancia. Sabía que estaban allí para ella si algo la asustaba o si necesitaba su apoyo. Con esta seguridad en su corazón, Ana se sintió valiente y continuó explorando con confianza.

Después de un rato, Ana volvió corriendo hacia sus padres para mostrarles una piedra que había encontrado. Laura y Carlos la escucharon atentamente mientras les contaba entusiasmada sobre su hallazgo. La niña se sentía amada y segura, sabiendo que siempre podía contar con el apoyo y la atención de sus padres.

A medida que Ana crecía, el vínculo de apego seguro que tenía con sus padres la ayudaba a enfrentar los desafíos emocionales y sociales de la vida. Sabía que podía confiar en ellos para recibir apoyo emocional cuando estaba triste o preocupada. Además, su seguridad emocional la llevó a desarrollar relaciones saludables con otros niños y adultos, ya que aprendió que podía confiar en los demás y en sí misma.

A medida que Ana crecía, sus padres continuaron fomentando un ambiente cálido y afectuoso, lo que le permitió desarrollar una sólida base emocional. Como resultado, Ana creció como una persona segura, empática y emocionalmente inteligente, capaz de enfrentar los desafíos de la vida con valentía y comprensión. El apego seguro que había experimentado en su infancia se convirtió en una base sólida que la acompañó durante toda su vida.

Apego inseguro-evitativo

Los niños evitan o ignoran a su figura de apego en situaciones estresantes y muestran poca emoción al separarse o reunirse con ellos.

Caso 2: Martina.

Había una niña llamada Martina, de 4 años de edad, que vivía con sus padres, Claudia y Ricardo. Desde que era bebé, Martina había desarrollado un patrón de apego inseguro-evitativo debido a ciertas experiencias tempranas en su vida.

Desde muy pequeña, Martina mostraba una independencia poco común para su edad. Cuando sentía miedo o necesitaba consuelo, evitaba acercarse a sus padres y prefería lidiar con sus emociones por sí sola. Claudia y Ricardo, desconcertados por este comportamiento, intentaron abrazarla o consolarla, pero Martina se resistía, apartándose o rechazando cualquier muestra de afecto.

A medida que Martina crecía, su apego inseguro-evitativo se hacía más evidente. Cuando iban al parque, por ejemplo, mientras otros niños buscaban la cercanía de sus padres cuando se sentían inseguros, Martina se alejaba y jugaba sola, mostrando poco interés en interactuar con ellos.

La actitud distante de Martina también se reflejaba en sus relaciones con otros niños en la guardería. Aunque tenía compañeros de juego, rara vez mostraba interés en compartir o participar en actividades grupales. Cuando alguno de sus amigos se acercaba a consolarla si se caía o se lastimaba, ella rápidamente se ponía de pie y se alejaba, como si no quisiera ser ayudada.

A medida que los años pasaban, Claudia y Ricardo intentaban acercarse emocionalmente a Martina, pero su resistencia persistía. Sentían que no podían establecer una conexión emocional sólida con su hija y a menudo se preguntaban qué estaban haciendo mal.

El apego inseguro-evitativo de Martina se había formado como una estrategia para protegerse emocionalmente. Es posible que hubiera experimentado momentos en su infancia en los que sus necesidades emocionales no fueron atendidas de manera consistente, lo que la llevó a creer que era mejor evitar la cercanía emocional para evitar ser rechazada o decepcionada.

Con el tiempo, la falta de una base segura de apego podría dificultarle a Martina desarrollar relaciones cercanas y satisfactorias en la vida adulta. Sin embargo, con el apoyo adecuado, como la terapia familiar o el asesoramiento, Claudia y Ricardo podrían aprender a comprender las necesidades emocionales de Martina y trabajar juntos para fomentar un ambiente más afectuoso y seguro, ayudándola a superar sus barreras emocionales y establecer lazos más cercanos en el futuro.

Apego inseguro-ambivalente

Los niños muestran una dependencia excesiva de su figura de apego y pueden mostrar resistencia o enfado cuando se reúnen con ellos después de una separación.

Caso 3: Laura.

Había una niña llamada Laura, de 5 años de edad, que vivía con su madre, Elena. Desde que era bebé, Laura había desarrollado un patrón de apego inseguro-ambivalente debido a ciertas experiencias tempranas en su vida.

Elena era una madre amorosa, pero también era inconsistente en su disponibilidad emocional hacia Laura. A veces, estaba cariñosa y atenta, pero otras veces, estaba distraída y menos receptiva a las necesidades emocionales de su hija. Esto creaba confusión en Laura, ya que nunca sabía qué esperar de su madre.

Cuando Elena estaba presente y atenta, Laura se aferraba a ella con fuerza, buscando constantemente su atención y afecto. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de Laura, había ocasiones en las que Elena parecía distante o rechazaba sus intentos de cercanía. En esos momentos, Laura se sentía ansiosa y angustiada, y su comportamiento se volvía demandante y dependiente.

Un día, Laura y Elena fueron a una fiesta de cumpleaños en casa de un amigo. Al principio, Laura se mostraba emocionada y feliz, disfrutando de los juegos y las actividades con otros niños. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Elena se distrajo al conversar con otros adultos y se alejó un poco de su hija.

La ansiedad de Laura comenzó a crecer. Buscó constantemente la atención de su madre, pero Elena parecía ocupada y distante. Laura intentó acercarse y mostrarle un dibujo que había hecho, pero Elena apenas le prestó atención. Esto hizo que Laura se sintiera rechazada y abandonada emocionalmente.

A medida que la fiesta continuaba, Laura se volvió más insistente, tratando de llamar la atención de Elena a cualquier costo. Sin embargo, cuanto más se esforzaba, más distante se volvía su madre, creando un ciclo de ansiedad y búsqueda constante de afecto.

El apego inseguro-ambivalente de Laura se había formado debido a la falta de consistencia y previsibilidad en la respuesta de su madre a sus necesidades emocionales. Aunque Elena la amaba, su incapacidad para brindar un apoyo emocional constante y receptivo había llevado a Laura a desarrollar una profunda inseguridad en sus relaciones.

Con el tiempo, Laura podría necesitar apoyo adicional, como la terapia infantil o el asesoramiento familiar, para abordar sus inseguridades emocionales y aprender a establecer relaciones más saludables y estables en el futuro. Además, Elena podría beneficiarse al recibir orientación sobre cómo ser una figura de apego más consistente y sensible, ayudando a fortalecer el vínculo con su hija y proporcionándole una base emocional más segura.

Apego desorganizado

Es un patrón menos común donde los niños muestran comportamientos desorganizados y contradictorios, posiblemente debido a experiencias traumáticas o abusivas.

Caso 4: Juan.

Había un adolescente llamado Juan, de 16 años de edad, cuya infancia estuvo marcada por experiencias traumáticas y relaciones disfuncionales en su familia. Su madre, María, luchaba con problemas de salud mental y adicciones, mientras que su padre, Carlos, era emocionalmente distante y abusivo en ocasiones.

Desde muy joven, Juan tuvo que enfrentarse a situaciones estresantes y a veces peligrosas en su hogar. A pesar de la inseguridad y el miedo que sentía, también se veía obligado a depender de sus padres para sus necesidades básicas y emocionales. Como resultado, su experiencia de apego fue desorganizada y caótica.

Cuando María estaba bajo la influencia de las drogas o pasando por momentos de angustia, podía alternar entre momentos de cariño y ternura desbordantes y momentos de enojo y negligencia. Juan nunca sabía qué esperar de su madre y esto creaba una profunda confusión y ansiedad en él.

Por otro lado, cuando Carlos estaba en casa, Juan se enfrentaba a una presencia autoritaria y a veces agresiva. Aunque en ocasiones Carlos mostraba afecto hacia su hijo, también era impredecible en sus reacciones y podía cambiar de un momento a otro de ser cariñoso a ser frío y distante.

Estas experiencias tan conflictivas y contradictorias llevaron a Juan a desarrollar un apego desorganizado. Cuando se enfrentaba a situaciones estresantes o amenazantes, se quedaba paralizado y no sabía cómo responder. A veces buscaba refugio en su madre, solo para encontrarse con una respuesta impredecible. Otras veces, se esforzaba por ser independiente y evitar cualquier muestra de vulnerabilidad, imitando la actitud distante de su padre.

El apego desorganizado de Juan afectaba todas las áreas de su vida. Tenía dificultades para confiar en los demás y en sí mismo, lo que afectaba sus relaciones con amigos y maestros en la escuela. Además, experimentaba altos niveles de estrés y ansiedad, lo que dificultaba su capacidad para regular sus emociones.

Con el tiempo, Juan pudo recibir apoyo terapéutico para abordar el trauma y las dificultades emocionales que había experimentado en su infancia. La terapia le proporcionó una oportunidad para procesar sus experiencias pasadas, comprender cómo habían moldeado su forma de relacionarse y desarrollar estrategias para establecer relaciones más seguras y saludables en el futuro. A través del apoyo adecuado, Juan pudo sanar sus heridas emocionales y aprender a construir una base más segura para sus relaciones interpersonales.

Conclusión

La teoría del apego ha sido ampliamente estudiada y aplicada en el campo de la psicología y ha proporcionado información valiosa sobre cómo las relaciones tempranas moldean el desarrollo emocional y social de los individuos. Además, ha influido en la psicoterapia y en el enfoque de crianza, destacando la importancia de establecer relaciones seguras y afectuosas con los niños para fomentar un desarrollo saludable.

Para el diálogo

A continuación, les presento un cuestionario a modo de ejercicio de autoanálisis para que los padres reflexionen sobre el tipo de apego que pueden estar generando en sus hijos. Es importante tener en cuenta que este cuestionario no es una evaluación profesional y que el apego de un niño es influenciado por diversos factores. Sin embargo, este cuestionario puede ayudar a los padres a tomar conciencia de sus comportamientos y estilos parentales:

Instrucciones: Lee cada afirmación y selecciona la respuesta que mejor describa tu comportamiento o actitud como padre o madre hacia tu hijo/a.

Cuando mi hijo/a se acerca a mí en busca de consuelo, generalmente:

1. Cuando mi hijo/a se acerca a mí en busca de consuelo, generalmente:

           a) Lo abrazo y le ofrezco apoyo emocional.

           b) Lo escucho, pero no siempre le doy muestras físicas de afecto.

           c) Lo animo a resolver sus problemas por sí mismo/a.

2. Cuando mi hijo/a necesita atención o compañía, suelo estar:

           a) Disponible y receptivo/a para pasar tiempo con él/ella.

           b) Ocupado/a con otras cosas, pero trato de darle atención cuando puedo.

           c) Distraído/a o ausente la mayor parte del tiempo.

3. Cuando mi hijo/a experimenta emociones intensas (tristeza, enojo, miedo), suelo:

           a) Validar sus emociones y ayudarlo/a a manejarlas.

           b) Mostrar cierta comprensión, pero le sugiero que se calme rápidamente.

           c) Minimizar o ignorar sus emociones, diciendo que "no es para tanto".

4. Cuando mi hijo/a comete un error o hace algo inapropiado, suelo:

           a) Explicarle con calma qué hizo mal y cómo puede mejorar.

           b) Reñirle o castigarle, pero luego hablar del incidente.

           c) Ignorar o evitar el tema, esperando que se solucione solo/a.

5. Cuando mi hijo/a quiere explorar nuevos lugares o actividades, yo:

           a) Le animo y le acompaño en sus exploraciones.

           b) Le permito explorar, pero de lejos, sin intervenir mucho.

           c) Le advierto sobre los posibles peligros y le desaliento de probar cosas nuevas.

6. Cuando mi hijo/a se siente asustado/a o inseguro/a, suelo:

           a) Ofrecerle consuelo y seguridad, asegurándole que estoy ahí para protegerlo/a.

           b) Escucharlo/a, pero no siempre sé cómo tranquilizarlo/a.

           c) Decirle que no hay nada de qué preocuparse y que debe ser más valiente.

7. En general, cómo me siento cuando mi hijo/a se muestra emocionalmente cercano/a:

           a) Cómodo/a y feliz de recibir su afecto.

           b) Un poco incómodo/a, pero acepto su cercanía.

           c) Incómodo/a o evito el contacto emocional.

8. Cuando mi hijo/a quiere expresar sus opiniones o deseos, suelo:

           a. Escuchar atentamente y tomar en cuenta sus opiniones.

           b. Escuchar, pero a veces tomo decisiones sin tener en cuenta sus deseos.

           c. Ignorar sus opiniones y decidir por él/ella sin consultarle.

Resultados

Mayoría de respuestas a): Es probable que estés fomentando un apego seguro con tu hijo/a, brindándole seguridad, afecto y apoyo emocional de manera consistente.

Mayoría de respuestas b): Es posible que estés fomentando un apego inseguro, pero con cierta disponibilidad emocional. Considera ser más consistente y expresar más abiertamente tu afecto.

Mayoría de respuestas c): Es probable que estés fomentando un apego inseguro, con falta de disponibilidad emocional y apoyo hacia tu hijo/a. Considera trabajar en mejorar la conexión emocional y la comunicación con él/ella.

Recuerda que todos los padres cometen errores y que el apego es una dinámica compleja. Si te preocupa tu relación con tu hijo/a, considera buscar orientación de un profesional en psicología infantil o terapia familiar. Un experto puede ayudarte a mejorar la relación y fomentar un apego más seguro y saludable con tu hijo/a.

Información:

Psicólogo Mauricio G. Pareja Bayter. Celular +57 3005343481

Instragram: mauricioparejabayter


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