En el principio eran dos muchachitos jugando con una pelota de playa.

Un sujeto, con desespero evidente y sin un peso en el bolsillo, decidió de golpe convertirse en escritor de cuentos eróticos.

Si de algo ha servido la muerte de Fidel es para que muchos salieran del closet de la doble moral.

A todo incrédulo, como a Santo Tomás, tarde o temprano le llegan las evidencias.

Sueño, en definitiva, con tener el tiempo suficiente para hacer las cosas que me gustan. Ese sería mi éxito.

Una digna aclaración.